El pino Galapán y la naturaleza feraz

En los campos de Hernán Perea se tiene la sensación de que se camina por la cima del mundo.

15 abr 2015 / 10:41 H.

Allí, estos días, se pueden ver ovejas recién paridas con sus corderitos segureños a los que les cuelga aún el cordón umbilical, dando sus primeros retozos sobre la verde hierba. En ese desolado paisaje, al que se accede por la carretera de La Matea, aflora alguna que otra curiosa formación rocosa, como si la naturaleza feraz se hubiese construido su propio dolmen de piedra. Por allí discurre la carretera asfaltada que muere justo a la entrada de la aldea de Don Domingo, a 13 kilómetros de Santiago de la Espada.

A la derecha, parte un camino de tierra junto al que hay un letrero en el que se lee “Pino Galapán, 4 kilómetros”. Galapán suena a francés. Hay quien asegura que con ella se adjetiva a un hombre alto y larguirucho. Sea como fuere el pino Galapán de la Sierra de Segura es un gigante, todo un monumento natural vivo. Se le calcula unos 450 años. Su rectitud y gran porte lo hacen un superviviente de las talas en las que perecieron sus congéneres. Para los visitantes de estos parajes es uno de los destinos imprescindibles.

Al pino Galapán se le admira no por su longevidad, pues los botánicos consideran que es un árbol joven, sino por su envergadura y porte. Mide unos 40 metros de altura, su copa supera los 18 metros de ancho y su tronco roza los seis metros. Próximos a él hay otros especímenes mucho más viejos, a los que se les calcula un millar de años, pero son árboles de troncos retorcidos y no transmiten emoción alguna. Este Galapán pertenece a la especie pinus nigra, conocido también como pino laricio.

En 1975, Santiago de la Espada y Pontones se unieron para formar un nuevo municipio, Santiago-Pontones. En él, con sus múltiples aldeas, cortijos y demás núcleos poblacionales,  habitan 3.422 personas, según el último censo. El suyo, con 684 kilómetros cuadrados, es el término municipal más grande de Andalucía y uno de los más grandes de España, y ocupa un tercio del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, que, a su vez, es el más grande en extensión de España. Toda esa magnitud hace que dé la sensación de que es una zona bastante despoblada, con 5 habitantes por kilómetros cuadrado.

Otra curiosidad de Santiago de la Espada es que su gentilicio es hornillero, y no por estar próximo a Hornos, sino porque  allí hubo un importante horno en la Edad Media. Más recientemente, a sus habitantes se les conoce también como santiagueños. Su altitud, a 1.340 metros sobre el nivel del mar, hace que su clima sea frío casi todo el año y muy frío durante el invierno. Aquí se alcanzan las temperaturas más bajas de toda la provincia habiéndose llegado, en alguna ocasión histórica, a los 20 grados bajo cero. Esa característica climatológica hace que en su término municipal no se cultive el olivo. La economía gira en torno a la ganadería y al aprovechamiento forestal y, cada vez más, al turismo de interior.