El pijerío
Se mantienen fieles a la definición de la RAE: “Dicho de una persona, que en su vestuario, modales, lenguaje, etcétera, manifiestan gustos propios de una clase social acomodada”. Ahora, más que nunca, están de moda con las huestes de Rajoy, aunque la verdad sea dicha, se les queda corto.
Con un despliegue estético un poco rancio, hacen gala de la bandera de España hasta en la sopa: parece que tienen acciones con el trapo rojo y gualda. Pero realmente, ellos nunca han bajado la guardia, ni en sus peores momentos: sacan pechuga de palomo y visten a sus hijos como los vistieron a ellos, los llevan a los colegios privados donde ellos fueron y así hasta el infinito y más allá. En eso tienen su mérito, aunque no sé si pensarán igual sus vástagos, que de todo hay en la viña del señor, que era de Ribera del Duero y no de Nazaret. Hay muchas variedades de estos: los pijos-pijos, los hippijos, los etnopijos, los pijos de medio pelo, los pijipollas y los agropijos. De todas maneras, a mí lo que siempre me ha llamado la atención es su lenguaje: ahí la cagan. Hace unos días oí una playera de libro: “Sí, ossea, hoy vamos a ir de calas”.
Paco Salas