El patio de La Magdalena, un “trastero” muy poco accesible

Una escalera metálica cuelga, a un metro del suelo; está fijada con tornillos a una columna donde sobresalen ladrillos rojizos. Otra, de menores dimensiones, yace en una de las esquinas del espacio, semioculta tras dos grandes bloques de piedra con inscripciones romanas; está acompañada de varios elementos, como herramientas de jardinería, una máquina que parece un cortacésped o una pulidora, y un recogedor de hierro negro. Negra es, también, la bolsa de basura, cerrada, abandonada en el suelo, no lejos de allí.

28 dic 2014 / 09:37 H.

El escenario que contiene estos objetos es el patio de la Magdalena, el que fuera destinado para las abluciones de la mezquita que fue, en origen, este templo jiennense y que tuvo su origen en el siglo VIII. “Se trata, seguramente, de la iglesia más antigua de la ciudad”, destaca la asociación Iuventa en su web.
“Si hacemos una visita a la zona vemos unas aras funerarias del siglo II, que son un magnífico lugar para poner un cubo de basura”, ironiza Francisco Carrillo, presidente de “Círculo Ánimas”, otro colectivo jiennense que se preocupa, y mucho, de la pérdida de patrimonio cultural, artístico y turístico que sufre la ciudad. “Al lado de pedestales romanos, de los pocos restos que tiene la ciudad, han puesto un trastero”, añade Carrillo, que recorrió el espacio junto con otro miembro de la asociación, Gregorio Cano. “Esto es historia de Jaén. Vamos a cuidarlo”, instó Carrillo, que recordó la “cultura musulmana” que atesora el patio de La Magdalena. “En Toledo no se les ocurre dejar esto así. ¿Tan difícil es guardar todos estos objetos en un cuarto, quitarlos de la vista?”, cuestiona el presidente de “Círculo Ánimas”. “Lo que estamos haciendo no es una denuncia: es un llamamiento a la cordura”, apostilla Carrillo.
“Al lado de uno de los frescos más antiguos de la ciudad, el del Calvario, del siglo XV, y de lápidas funerarias encontramos dos recipientes llenos de colillas. Justo debajo”, describe el restaurador jiennense. “No es de recibo. Aparte, el mural tendría que tener un metacrilato u otro sistema de protección”, agrega Carrillo. A día de hoy no tiene nada. Está expuesto a los cambios de temperatura, al viento, a la humedad.
titularidad. No quedan ahí los problemas en torno a este espacio, uno de los rincones más bellos de la capital y profundamente ligado a la Semana Santa sin dejar atrás su pasado musulmán. “Círculo Ánimas” hace hincapié en el escasísimo número de días durante el que está abierta la entrada principal, que cuenta con una rampa de madera habilitada para discapacitados. Ayer, por ejemplo, la verja estaba cerrada a cal y canto. Para llegar al patio suele ser preciso entrar en la iglesia anexa y, desde allí, atravesar una puerta lateral que incluye varios escalones. De este modo, el acceso para personas con movilidad reducida se hace mucho más complicado. Además, fuera de los horarios de culto de la parroquia, el patio queda, del mismo modo, “lejos del mapa” de los turistas.
“Aquí, lo que hay que determinar es quién tiene la titularidad de este espacio. ¿La Iglesia, el Ayuntamiento, la Junta?”, pregunta el pintor. “¿Quién es responsable del patio de abluciones? ¿Tan difícil es tener abierta la puerta principal, que sí es accesible? ¿Por qué está cerrada la mayoría de las tardes, o durante el pasado día de la Inmaculada, o todos los puentes?”, lamenta Carrillo, que sugiere “poner a una persona” que habilite la apertura del espacio. Carrillo recalca que este llamamiento no es, ni de lejos, una crítica a la gestión de la parroquia ni a las personas que regalan su tiempo para echar una mano en el mantenimiento.
Cabe recordar que, en 2010, el Ayuntamiento, entonces liderado por Carmen Peñalver, y la Junta impulsaron una ambiciosa reforma del patio para su restauración y conversión en “museo del agua”. Costó 226.000 euros. Peñalver presumía de que no solo el patio sería visitable,  también, la torre adyacente, que expondría su “legado histórico”.