El monstruo de Austria

El hombre admitió haber mantenido encerrada a su hija Elisabeth en un zulo construido bajo el jardín de su casa durante 24 años, haberla violado y haber engendrado con ella a otros siete hijos, tres de los cuales nunca habían tenido contacto con el mundo exterior. Josef Fritzl fue rápidamente bautizado como el “monstruo de Amstetten”, su pueblo natal.

    29 ene 2009 / 17:36 H.

    Después de guardar silencio tras su detención, decidió revelar a la Policía la doble vida que mantuvo durante casi un cuarto de siglo. Mientras la hija, Elisabeth, de 42 años, vivía un calvario sin fin recluida con tres de sus hijos en un cuchitril, el monstruo Fritzl residía en la misma casa una vida de abuelo generoso.
    Nadie en el pueblo sospechó que Josef Fritzl tenía un gran secreto que ocultó cuando decidió encerrar, hace 24 años, a su hija en un zulo. En el mes de agosto de 1984, el hombre alertó a la Policía Local sobre la desaparición de su hija y, un mes después, entregó una carta, firmada por su hija, donde pedía que nadie la buscara. “Mi hija se unió a una secta”, contó entonces Josef Fritzl. La confesión del monstruo de Austria dejó atónitos a los encargados de llevar a cabo el interrogatorio. El hombre confesó ser el padre de los siete hijos nacidos en el calabozo subterráneo, que él mismo construyó para encerrar a su hija y admitió haber quemado en la caldera de la calefacción de su casa el cadáver de uno de ellos, que nació muerto.