El libro de Ramón Xirau


Las dimensiones aíslan y la falta de inmediatez respecto de los otros lo abandona a uno a su suerte. Tenía por costumbre sentarse en el retrete con un libro en las manos. Se solazaba en la lectura sin prisa, mientras aliviaba tranquilamente el cuerpo. Es insano, le dijeron; pero él continuaba haciéndolo.

    04 feb 2015 / 11:26 H.

    Aquel día cogió un libro de Ramón Xirau. Es sorprendente cómo este catalán en el exilio agarra un tema y lo disecciona a golpe de pluma. Así que se encerró con el libro. No echó el pestillo. La aldaba sobra cuando se vive solo. Pero aquel día hacía viento y cerró la puerta para quedar a resguardo.
    Esa maniobra lo perdió. El picaporte se soltó del resbalón y la manivela no abría. Había prendido la luz al entrar. Tenía agua en el lavabo y en el bidet. Solo necesitaba dos cosas, fuerza para romper la puerta o habilidad para hacer ruido y que sus gritos se escucharan fuera. Normalmente llevaba consigo el móvil, pero lo dejó en la mesa. Ya devolveré la llamada  —se dijo— si suena. Creyó que aquélla situación era absurda y que sería fácil salir del encierro. Luego se alteró. Anduvo golpeando y gritando como loco durante dos días. No logró abrir la puerta ni llamar la atención de nadie. Cuando lo echaron en falta —al tercero—, y acudieron en su busca lo encontraron desorientado y nervioso. Había subsistido durante ese tiempo ingiriendo la celulosa del libro de Xirau. Lo tenía casi mediado.  
    José María Ruiz Relaño / Andújar