El juego del amor y el desamor
Ignacio Frías /Jaén
El amor y el desamor no es un juego de contrarios, sino de despropósitos. El pintor Ricardo Rocío Blanco expresa su propia experiencia personal a través de su paleta de color, en una treintena de obras en la sala Zabaleta, que están acompañadas de vídeo, poesía y canto coral.

El amor y el desamor no es un juego de contrarios, sino de despropósitos. El pintor Ricardo Rocío Blanco expresa su propia experiencia personal a través de su paleta de color, en una treintena de obras en la sala Zabaleta, que están acompañadas de vídeo, poesía y canto coral.
“En estas obras juego con el sentimiento del amor, como algo global, que puede ser correspondido o no”, manifiesta Ricardo Rocío Blanco. El pintor explica que el leit motiv de su obra “es jugar con la idea de crear mundos y que el espectador se meta dentro. Es un juego interactivo”. La exposición son cuadros de gran formato, en general acrílicos sobre tabla, a veces combinados con otras técnicas como el pastel. Quince cuadros están dedicados al amor y otros quince al desamor. También hay uno en el que se aúnan ambos estados emocionales. La mezcla de técnicas es tal que, incluso, una de las obras son dibujos hechos con bolígrafo sobre una base acrílica. Rocío Blanco comenta que en el catálogo colaboran varios poetas que expresan sus puntos de vista sobre el tema que da título a la exposición, lo que resulta enriquecedor para ambos conceptos, ya que se refieren a aspectos como el amor por la amistad o su relación con la ciudad de Jaén. Ricardo Rocío tenía especial interés en englobar la exposición de pintura en un proyecto multimedia que se pudo apreciar el día de la inauguración. En él, Rocío Viedma recitó varios poemas y el Coro de la Universidad cantó una pieza musical escrita por el propio Ricardo Rocío, a la vez que se proyectaban dos vídeos sobre el tema que da título a la muestra.
El estilo pictórico de la obra está próximo a la abstracción, pero también incluye figuración y que el propio pintor define como “expresionismo contemporáneo”. “El amor lo representó en una especie de fotogramas que son como fotografías desenfocadas, mientras que en el desamor cada cuadro es un mundo, como también lo son los sentimientos”, explica el autor. “Esta temática la llevo preparando desde 2005, ya que, ese año, expuse los cinco primeros cuadros sobre el desamor en la sala de La General (hoy Caja Granada) de Jaén, y pensé que este tema podía ser viable en un proyecto global”. Al igual que los conceptos son claros, Ricardo Rocío confiere al amor y al desamor un colorido que los identifica. “El amor es más continuo, más estático, y está claramente definido por los colores blanco, naranja y azul. El desamor, en cambio, es más irregular y afecta a toda la paleta de color y a todas las gamas, en él cada cuadro es un mundo”, subraya.
El desamor es una sensación dolorosa y, en la pintura, engañosa. “El comentario del público cuando contempla una pintura de desamor, es que es una obra alegre, de intenso colorido, y realmente es un sentimiento generoso”. El pintor Ricardo Rocío padece una discapacidad física que le obliga a ir en una silla de ruedas. Ese hecho, confiesa, marca su estado de ánimo y se refleja en su obra. “El dolor lo llevo diariamente, pero, cuando peor me siento anímicamente, más colores me salen a la hora de pintar. Su intensa relación con la música también tiene reflejo en su obra. Cada cuadro incluye anotaciones de música clásica o de cantantes contemporáneos co-mo Fito Páez o Caetano Veloso.