El excesivo culto al cuerpo
Eduardo M. Ortega, desde Granada.- No entiendo de dónde nace o remanece este excesivo culto al cuerpo que hemos heredado en nuestros días y en algunos casos el casi nulo olvido del ser interior o alma. Pareciera que hubiese determinados intereses creados para que el ser humano, no sea un ser en plenitud o en su totalidad y se olvidase un poco de sí mismo distraído con el mero
y sordo en muchos casos ruido exterior. No es que el que suscribe esté en desacuerdo con los cuidados que hay que prestarle al cuerpo, pero sí me parecen hábitos erróneos o excesivos aquéllos que nadan entre la apariencia y la mera superficialidad. Olvidamos creo yo el mundo de los valores, el mundo del sentimiento y el mundo interno. Si el ser humano y su alma son un mero iceberg, quiere decir que nuestros jóvenes prestan más atención infinita a esa onceava parte externa, que al resto de las partes del ser interior. De ahí que la crisis de valores no sea algo casual, y de ahí que nadar en el ámbito puro de lo exterior no sea algo banal sino algo creado e interesado por el sistema para que quizás no se piense, o para que se viva en una estética hueca y vacía. Sea como fuere, está bien cuidarse pero en plenitud o completitud es decir, entender que no sólo el ser humano ha de crecer en forma horizontal, sino también hacia su interior de forma vertical. Nos gustaría pues que los hábitos no fuesen sólo de mero consumo, sino hábitos arraigados en las convicciones, en la idea de servicio, en el convencimiento de que hay algo más que mera formica u hormigón o coches. Que hay árboles, plantas, seres vivos, estrellas y quizás otras ideas menos disfrazadas que debieran de interpelar al hombre, interpelarlo ¿para qué? Para sacarlo del vacío y el hastío de una vida a veces plana y hueca. Y vuelvo a repetir: ¿Qué por qué nunca o casi nunca se divulgan una de las causas de todo ello las tasas de depresiones y suicidios? Necesitamos pues recomenzar de nuevo, y retomar al hombre en su doble dimensión, como dirían los filósofos, en su faceta interna o de la inteligencia y en su faceta física.