El eterno capitán
Del físico se puede vivir de muchas maneras y a veces la actitud puede pesar más que la aptitud. Son dos ideas que quizá se aplique cada día Francisco Pérez Pérez, “Chico”, quien, a sus 42 años, recién cumplidos, está “más motivado que nunca” para afrontar retos importantes.

Con dos décadas de fútbol en sus botas, el “eterno capitán”, sobrenombre con el que es conocido entre la afición, aguanta el paso del tiempo de manera envidiable. Su figura se agranda con el paso de cada entrenamiento, de cada partido. “No siempre la edad biológica va de la mano de la cronológica. Chico es un caso aparte, un portento de la naturaleza, que no deja de sorprendernos a todos”, explica el entrenador, Antonio José García, “Torres”, dos años menor que él. Más allá de una profesión o de una afición, Chico ve el fútbol como una responsabilidad.
Casado y padre de dos hijos, siempre ha cuidado su físico. Es el primero en llegar al entrenamiento y el último en marcharse. Así, desde que comenzó su carrera “más o menos seria” en el fútbol, a principios de los noventa, en el Baeza CF. A Chico no le gusta nada hablar de su edad. Siente pavor cuando es preguntado por ello. Se ve tan bien, tanto física como mentalmente, que no quiere ni oír hablar de retiradas. Más bien todo lo contrario. El espigado central de Lupión está dispuesto a seguir al frente del vestuario azulillo durante alguna temporada más, porque le queda cuerda para rato.
¿Cuál es el secreto? Chico, en sus veinte años de trayectoria profesional, no ha sufrido lesión de importancia. “Todo está en su sitio”, dice de forma irónica. Salvo un par de lesiones musculares, y distanciadas en el tiempo, que lo tuvieron alejado de los terrenos de juego poco más de dos meses, su cuerpo ha aguantado la dureza de la competición y la acumulación de partidos de manera asombrosa. Ha sido titular indiscutible en el Linares, desde su primer partido oficial con la camiseta azulilla, el 31 de agosto de 1997, frente al Úbeda, de la mano de José Luis Sánchez Amezcua, quien lo repescó del Baeza, con el que había debutado cuatro temporadas antes, cuando solo contaba con 17 años. De aquel momento, han pasado medio millar de partidos, además de seis promociones de ascenso a Segunda A, Segunda B y Tercera, que convierten a Chico en el jugador con más partidos oficiales en la historia del Linares —con cualquier denominación—. “Es algo que me llena de orgullo y de satisfacción. Esta es mi casa, el lugar en el que quiero seguir”, reconoce. Chico vive un momento dulce en su dilatada carrera, algo que certifica en cada partido, con actuaciones sobresalientes, como la del domingo pasado en un partido de máxima exigencia ante el segundo clasificado. En Huétor Tájar, el lupeño volvió a dar otra magistral lección de colocación y saber estar en el campo. Y es que la experiencia es un grado y Chico sabe como explotarla al máximo.
La veteranía le ha dado un poso de moderación que le impide ir más allá del próximo partido. Es de los pocos jugadores del vestuario al que le cuesta horrores pronunciar la palabra ascenso. Quizá, porque ha derramado demasiadas lágrimas por saltos de categoría que no cristalizaron. Uno de aquellos intentos fue, precisamente, frente al rival que, pasado mañana, visita Linarejos para disputarse con el Linares el pase a las semifinales de la Copa Federación. Chico jugó la liguilla a Segunda B contra el Conquense en la temporada 97/98. Incluso, adelantó a los azulillos en el Estadio de La Fuensanta. Un tanto que, sin embargo, una semana después, no sirvió para el ansiado retorno a la División de Bronce. “Fue una auténtica pena. Lo teníamos todo para subir”, lamenta. Por eso, para él, el encuentro del jueves será especial y una manera de “vengar” aquel ascenso que se esfumó en el último partido.
Como dato anecdótico, en Tercera hay hasta cuatro jugadores que superan la edad de Chico. Entre ellos, el más longevo: Rubén Toyos, que, con 44 años, sigue dándole a la pelota en las filas de la Sociedad Deportiva Lenense, del grupo asturiano.