El día más triste de La Guardia
José Rodríguez Cámara / La Guardia
La Guardia tiene su trauma, un fuerte dolor que marca a sus vecinos. Este año, lo reviven por primera vez. Hoy, 20 de agosto, a las tres menos cuarto de la tarde, se cumple el primer año del fallecimiento de Juan Muriana, su mujer Mercedes Martínez, y la hija de ambos, Mercedes. Los tres murieron en el vuelo JK-5022 de Spanair que se estrelló en Barajas.

La Guardia tiene su trauma, un fuerte dolor que marca a sus vecinos. Este año, lo reviven por primera vez. Hoy, 20 de agosto, a las tres menos cuarto de la tarde, se cumple el primer año del fallecimiento de Juan Muriana, su mujer Mercedes Martínez, y la hija de ambos, Mercedes. Los tres murieron en el vuelo JK-5022 de Spanair que se estrelló en Barajas.
Un grupo de jóvenes guardeños tenía que haber viajado hoy en avión. Son estudiantes que, gracias a la beca Erasmus se van de su casa durante unos meses para ampliar su formación universitaria en Europa. Pero no lo harán, adelantaron el viaje un día. Ni a sus padres ni a ellos se les olvidó lo que esta fecha supone en el pueblo. No llegan a los cuatro mil vecinos y, hasta los que residen en las nuevas urbanizaciones, que son, como muchos dicen, “recién llegados”, conocían, a los tres guardeños que hace justo un año, fallecieron al estrellarse un avión de Spanair que cubría el trayecto entre Madrid y Las Palmas.
Los paisanos a los que ya no podrán encontrarse más por la calle son Juan Muriana López, Mercedes Martínez Conde y a la hija de ambos, Mercedes, un “bicho”, como muchos la definen, que hablaba con todo el mundo y que rebosaba alegría. “Esto es muy chico y, la mayoría, si no somos familia, es como si lo fuéramos”, explica un guardeño en la Plaza de San Pedro. Hace doce meses, este espacio público, frente al Ayuntamiento, se llenó de personas que se concentraron para expresar su pena. No les cabía en la cabeza que el joven electricista, de 36 años, su mujer, una peluquera de 34, y la pequeña fruto de su relación, de 6, estuvieran en la lista de los 154 fallecidos del vuelo JK-5022. La aeronave, a las tres menos cuarto de la tarde, se salió de la pista, impactó contra el suelo, explotó y causó una tragedia.
Esther Domínguez, concejal del equipo de Gobierno, muy amiga de la hermana de Mercedes, era además, vecina del joven matrimonio. La tragedia vivida en La Guardia le tocó por partida doble, la sufrió por los lazos que le unían a estos vecinos y, además, como representante de la Administración local, permaneció en Madrid, junto al alcalde, Juan Morillo, los nueve eternos días transcurridos hasta que los tres cuerpos fueron identificados por los forenses. “Revivo todo lo ocurrido, es imposible que ni Juan (el alcalde) ni yo lo olvidemos. Si antes estaba cerca de esta familia, ahora lo estoy todavía más”, deja claro la edil. “Están mejor, pero no lo han podido superar”, explica en relación a los seres queridos de las tres víctimas de la catástrofe. Por eso, por respeto y para ayudar a la familia a mitigar su sufrimiento, como apunta Domínguez, el Gobierno local dice que no a las personas que, ya en más de una ocasión —la última con motivo de las pasadas fiestas— solicitan realizar algún acto de homenaje. La conmemoración de hoy también será discreta, no hay un acto oficial previsto. Lo único que harán los miembros de la Corporación Municipal será acompañar a los allegados de Juan y de las dos Mercedes en el funeral que se oficia, esta tarde, en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. “Iremos como vecinos, no de forma institucional. Estaremos allí como el resto del pueblo, porque estoy segura de que la iglesia se llenará”, opina Esther Domínguez. Otro que asistirá será el padre de Juan Muriana, el que le dio el nombre. Desde que, el lunes, la noticia del aniversario de la tragedia copa todos los medios de comunicación, confiesa que le resulta todavía más difícil sobrellevar la pérdida de su hijo, de su nieta y de su nuera. “Tengo que apagar la televisión y no le cojo el teléfono a nadie. No quiero hablar de lo que pasó, porque es removerlo. Bastante tenemos ya”, se sincera este hombre al que, desde hace un año, sólo le queda una hija. Eso sí, como un tesoro, guarda en su casa el libro en el que, a iniciativa municipal, todo aquel que quiso expresó sus condolencias o se solidarizó. Se lo entregó el Ayuntamiento y pidió que, por favor, nadie más que su familia y la de la esposa de Antonio Muriana conozca su contenido.
Los seres queridos de Mercedes Martínez son de la misma opinión que los Muriana, optan por recordar a los suyos en la intimidad. La hermana de la fallecida continúa con su trabajo y, a no ser que sea con alguien de confianza, no habla de lo ocurrido. Antonio Martínez, primo de la difunta, también prefiere no expresar sus sentimientos en público. “Cuando pasó lo que pasó, hice de portavoz de la familia, ahora ya no tengo nada que decir”, aclara este comerciante, muy conocido. Los Martínez también tienen una copia del libro de condolencias y, además, guardan otro recuerdo de la estilista, el testimonio gráfico del tributo que le rindieron en el instituto granadino en el que daba clase. En el emotivo acto, las alumnas de Mercedes desfilaron con los peinados que ella les enseñaba. Por guardar, hasta se conservan los dos coches que tenía el matrimonio, un turismo y una pequeña furgoneta, con la que fueron a Madrid, el 20 de agosto de 2008, con el propósito de irse de vacaciones a Canarias. “Dicen que no los venderán a no ser que sea a alguien que no sea del pueblo ni de por aquí cerca. No se los quieren encontrar por ahí”, argumenta uno de los amigos del matrimonio. Y es que, la única prueba palpable de la tragedia a la que hace un año tuvo que hacer frente La Guardia, aparte de que no hay vida en la casa que el joven matrimonio tenía en el número 9 de la calle Coronada, es la llamativa lápida que cubre la tumba de los tres fallecidos. Una losa de mármol blanco, a la que da el sol buena parte del día, da testimonio de que allí descansan los restos mortales de Juan Muriana Conde, su hija Mercedes Muriana Martínez, y su esposa y madre de la pequeña, Mercedes Martínez Conde. En el panteón, reza la frase. “Aunque nuestro corazón está roto, perdura nuestra memoria”. No han faltado flores, muchas de colores alegres, desde que la familia fue enterrada, el 29 de agosto de 2009.
La azafata ubetense que volvió a nacer
Antonia Martínez Jiménez es la única superviviente de la tripulación del avión de Spanair que se estrelló en Barajas. Después de casi veinte días hospitalizadas con lesiones en la columna y otras contusiones y erosiones, esta ubetense pudo comenzar a recobrar la normalidad. Ahora, vuelve a trabajar en la compañía aérea.
Antonia Martínez Jiménez fue la única, de entre los diez trabajadores de Spanair que formaban el pasaje del avión accidentado, que se salvó. Toñi, que así es conocida por su familia y entre sus compañeros, trabajaba desde hacía sólo cinco meses en la compañía aérea, aunque ya tenía experiencia como auxiliar de vuelo, adquirida en Ryanair. Aquel día, tuvo la fortuna, como relató su padre, Dionisio Martínez, de estar en la parte de la aeronave que, al partirse, cayó a un arroyo. Consciente en todo momento de lo que ocurría, aguardó a que la rescataran. “Estaba convencida de que la salvarían”, aseguraba el emocionado padre, poco después de reencontrarse con su hija en el Hospital de La Princesa, en la capital de España.
En el centro, la joven estuvo ingresada casi veinte días, tiempo en el que, además de las heridas, se preparó, ayudada por los suyos, para regresar a la normalidad lo antes posible. “Ahora ya está bien”, comenta Martínez. El padre aclara que Toñi, un año después de la tragedia, continúa como trabajadora de Spanair, en el aeropuerto de Barcelona. En todo momento, tanto mientras estuvo ingresada como una vez que recibió el alta, ni Toñi ni sus familiares han vuelto a realizar manifestaciones públicas sobre lo ocurrido. En su afán por protegerse de los tristes recuerdos, incluso, rechazaron la propuesta del Ayuntamiento de Úbeda, que les sugirió la posibilidad de organizar algún acto de bienvenida para Toñi a su ciudad. Eso sí, mientras los Martínez Jiménez estuvieron en Madrid, recibieron numerosas muestras de solidaridad de amigos y seres queridos, entre otros, representantes del mundo cofrade local, donde son muy conocidos.
Del accidente del vuelo JK-5022 de Spanair sólo salieron con vida 18 personas, todos con heridas. El pasaje completo, incluida la tripulación, estaba formado por 172 personas de las que 154 fallecieron. Con la investigación sobre lo sucedido todavía sin cerrar, el testimonio de Toñi Martínez, que ya declaró ante el juez instructor, puede ser muy esclarecedor.