Dura batalla entre aceiteros para modificar las normas de calidad

Bronca gorda en el sector del aceite. Se trata de una “guerra civil” en toda regla que ha estallado a consecuencia de un nuevo intento por cambiar las normas de calidad que regulan el sistema comercial y, a la par, fijan las sanciones para las empresas que se las “saltan”.

10 feb 2015 / 11:05 H.

Otra vez, se apunta al panel de cata. Ahora no se desea aniquilarlo —hace años sí que se intentó—, pero sí darle una vuelta para que buena parte de los aceites de calidad escapen de su control. Sería el precio que habría que pagar para que un aceite de oliva que dice ser “virgen extra” en su etiqueta pueda mantener esta calidad hasta el final y no haya análisis que lo desdiga.
Este camino da seguridad a los que venden el producto a los hogares o a los establecimientos alimentarios, pero el problema radica en que Jaén se dedica a producirlo. De ahí que muchos consideran que sus agricultores perderán muchísimo. En cambio, otros no lo ven tan dramático.
Todavía no se trata de una norma aprobada, sino de una propuesta que pretende consensuar el sector oleícola para que, después, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente le dé el visto bueno. Si hay acuerdo de todos, no parece que sea difícil que el Gobierno de España acceda. Sin embargo, cuando las organizaciones empresariales han analizado el documento que se quiere suscribir para ponerlo encima de la mesa del Ministerio, ha estallado la “guerra”.
Las empresas que venden el aceite a los supermercados están hartas de sufrir inspecciones y que les digan que un virgen extra acreditado por un panel de cata no lo sea para otro. Se exponen a sanciones y, sobre todo, al desprestigio de su marca. De ahí que no paran de decir que carecen de seguridad jurídica con este sistema. Por eso, lo quieren cambiar.
la modificación. El documento que se quiere consensuar contempla varios aspectos, pero tiene una esencia que pasa porque existan aceites de oliva que no tengan que pasar por el panel de cata para acreditar que son extras o vírgenes. Para ello, se propone que los caldos con menos de 0,3 grados de acidez sean siempre extras, mientras que los que tengan algo más de 0,3 y menos de 0,5 grados se señalen como vírgenes. Si químicamente cumplen —existen también otros parámetros que han de superar—, no necesitarían pasar por los catadores y obtendrían un certificado de un laboratorio oficial y acreditado que diría que, durante 12 meses, son extras o vírgenes. Así ya no estarían expuestos a sanciones y tendrían la completa seguridad de que cumplen con lo que dice la etiqueta.
No obstante, ahora son extras hasta 0,8 grados de acidez. En ese caso, el documento sugiere que los aceites que estén por encima de los 0,3 grados y por debajo de los 0,8 —lo que marca la norma actualmente— se sometan a los catadores para que los califiquen y digan de qué calidad son. Igual pasaría con los vírgenes que tengan una acidez inferior a los 2 grados. De esta manera, podría existir un aceite extra con 0,4 grados de acidez siempre que tenga el visto bueno de un panel de cata, que sería un documento más que tendría que contemplar.
el malestar. Plasmar esto en el campo resulta muy difícil. Jaén produce muy buenos aceites, pero lograr caldos con tan baja acidez sería complicarle mucho más la vida a los agricultores que, precisamente, hacen serios esfuerzos por encontrar el camino de la rentabilidad en muchas partes de la provincia. De ahí que buena parte de ellos tendrían que “tirar la toalla” y asumir que sus aceites siempre serán lampantes o pasarse al club de la calidad extrema para conseguir estos parámetros de acidez, ya que primaría el análisis químico.
No obstante, fabricantes de aceite de oliva consultados lo explican aún más claro. Dicen que tendrían en sus bodegas aceites extra que no necesitarían catadores y otros que sí. “Cuando venga la cisterna a comprarme, querrá los que solo necesitan el análisis del laboratorio sin necesidad de pasar por el panel de cata. Esos se pagarán más caros porque dan más seguridad jurídica y los otros se devaluarán, lo que afectará a los agricultores”, explica el propietario de una almazara que prefiere no dar su nombre.
De esta manera, la calidad extrema se pagará, mientras que el resto de los caldos se devaluaráconforme pasen los años. Y Jaén, al ser el mayor productor, será el que más note las consecuencias.
Reacciones. El presidente de la Federación Española de Fabricantes de Aceite de Oliva (Infaoliva) y, a la par, de la Confederación de Empresarios de Jaén (CEJ), Manuel Alfonso Torres, lo tiene muy claro: “No estoy conforme con este cambio. Hay variedades que se beneficiarán para perjudicar a la picual. ¿Por qué tocan la acidez y no otros parámetros en los que el picual es más fuerte? ¿Por qué siempre tratan de perjudicar a Jaén? Se trata de una agresión a los agricultores y al aceite picual que no vamos a permitir. Afectará también a los precios. Estamos cansados de tantas presiones y no vamos a tragar con este cambio”.
El presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Jaén, Pablo Carazo, señala: “Buscamos otros métodos para caracterizar los buenos aceites para que no dependan tanto del panel de catadores. Junto a la Universidad de Jaén, a la de Córdoba y a la propia Junta, tratamos de ver unos parámetros que sean más científicos y que dependan menos de la cata. Así, habrá aceites que no necesiten pasar por el panel porque sean muy buenos, mientras que otros sí que necesitarán esta vía. No es  un tema sencillo, pero las variaciones en la cata sí que perjudican mucho a las cooperativas”.
Por otro lado, al gerente de la Denominación de Origen “Sierra Mágina”, Jesús Sutil, no le sorprende: “Hace unos años, ya intentaron cargarse en panel de cata y no lo consiguieron. Por eso, lo vuelven a intentar. Hay muchos aceites por debajo de 0,3 grados de acidez que tienen defectos y no pasarían esta prueba. El cambio que se pretende no beneficia a los consumidores, sino a las empresas que se sienten inseguras. Tampoco ayuda a la gente que se esfuerza para dar calidad”.