Dos Torres por el ascenso
Enrique García Torres acaricia con sus zapatos el césped de Linarejos, mientras agarra con fuerza una camiseta de tela con un maltrecho escudo cosido en el lado derecho del pecho. No quiere soltarla. La ha guardado como un tesoro desde que se la quitó en el vestuario del Estadio Francisco de la Hera de Almendralejo el día en el que consiguió con el Linares el ascenso a Segunda División A. Torres llegó al equipo en la temporada 71/72 hecho un chaval, cedido por el Sevilla FC, con el que había debutado ese curso en Primera División en El Molinón, el mismo campo donde lo haría su hijo, Antonio José García, “Torres”, veintiocho años después con la camiseta del Real Zaragoza.

Las carreras deportivas del padre y del hijo guardan más similitudes. Los dos han defendido la camiseta azulilla, con distinta fortuna, y los dos se han sentado en el banquillo de local de Linarejos. Enrique Torres lo hizo en los convulsos comienzos del CD Linares en busca de la Tercera División, su vástago lo hace ahora con la mirada puesta en la División de Bronce. “Nunca se mete en mi trabajo, salvo para darme muchos ánimos y fuerza”, declara Torres hijo, quien tiene la espina clavada de no haber logrado las gestas de su padre con la elástica azulilla. Porque el nombre de Enrique Torres está grabado con letras de oro en la historia del fútbol linarense. Logró dos ascensos a la División de Plata, categoría en la que jugó las cinco temporadas que el Linares permaneció en ella y en las que marcó más de 90 goles, entre Liga y Copa del Rey. Un hito que, por desgracia, su hijo no pudo cumplir como futbolista, ya que, a una edad temprana, abandonó el club para dejar su huella en el Zaragoza, el Granada, el Ciudad de Murcia, el Écija y el Real Jaén. “Me hubiera gustado haberme retirado en el Linares en Segunda B”, reconoce con pesadumbre Torres, quien tiene la oportunidad de resarcirse con el ascenso a la División de Bronce. “Estoy convencido de ello y muy orgulloso de él. Con un equipo con jugadores de la casa está logrando éxitos impensables”, dice el padre, quien añade: “Lo que está haciendo este grupo de chavales sin ayuda de nadie será valorado con el tiempo”.
Enrique Torres es un hombre tranquilo. Regenta una tienda de Deportes en la calle Canalejas. Cada domingo, desde su asiento en la Peña Los Críticos, observa con ilusión el crecimiento como técnico de Antonio José, con el que habla durante horas de fútbol. “Aprendo mucho de él. Es un tipo sabio, que ha jugado en la élite y sabe lo duro que esta profesión”, destaca el entrenador del Linares Deportivo, que mañana, a partir de la seis, tendrá en su progenitor al primer hincha.