De nuevo el insulto a los andaluces como arenga política
Es la última, pero no deja de ser una rancia costumbre con la que enardecer masas poco exigentes o contraponer intereses propios. Las palabras del dirigente de ERC Joan Puigcercós en un mitin en el que se mofaba de una supuesta impunidad fiscal andaluza, al margen de la tontería propiamente dicha y de la nula creatividad del político,
se enmarcan dentro de una penosa práctica con la que se intenta destacar la valía de una zona sobre el menosprecio de otra. En este caso, sobre Andalucía se repiten viejos estereotipos y también el hábito de utilizarlos por parte de políticos catalanes. Hace pocos meses, Durán i Lleida también menospreció a la comunidad a cuento, en aquella ocasión, del antiguo Plan de Empleo Rural. Dado que las insensateces crean un caldo de cultivo nada propicio en sectores de población necesitados de buscar enemigos, y puesto que los propios partidos son incapaces de controlar a sus “ultras”, no estaría mal que la Justicia afeara la conducta al bocazas de turno. El ciudadano no debe acostumbrarse a unos juicios de valor dañinos y que son pésimas semillas para la convivencia entre los pueblos. Desde Andalucía, en este caso, unánimes han sido las voces de los políticos para criticar este continuo insulto en una tierra, además, que tanto ha aportado al desarrollo de Cataluña y en la que los habitantes de raíces andaluzas son grupo mayoritario entre los emigrados nacionales. Este dirigente y su partido deberían pedir excusas, aunque estas no remedian el daño causado. El nacionalismo siempre se mueve en un egocentrismo que menosprecia la diferencia y que, asimismo, necesita siempre de “enemigos” sobre los que unirse o sobre los que sacar pecho. Tristemente el actual sistema electoral prima que partidos minoritarios en el ámbito nacional tengan excesivo poder y que las agendas de sus regiones capitalicen la política nacional.