Chico: "Me he quedado un peso de encima. Ahora mi deseo es continuar"

Linarejos, 3 de mayo de 2009. Aquel día, el CD Linares sellaba la permanencia en Segunda División B con un empate a cero ante el Melilla. Fue el último partido de Francisco Pérez Pérez, “Chico”, con la elástica azulilla en la División de Bronce. Al final del verano, el CD Linares se convertía en cenizas y el central, roto de dolor, ponía tierra de por medio, pero con una idea clara en su cabeza: Regresar para devolver al equipo al lugar en el que lo dejó. Una promesa que cumplió, el pasado domingo en Castalia. Las lágrimas de angustia que derramó sobre el césped de Linarejos, solo un año antes frente al Socuéllamos, se tornaron de alegría en Castellón. “Fue, junto con el nacimiento de mi hijo, el día más feliz de mi vida”, relata el capitán. Todavía en caliente, con los ojos vidriosos y sin aliento, Chico lanzó un mensaje al cielo. “Solo quiero jugar un segundo, solo un segundo en la categoría por la que tanto he luchado”, describió.
Tal reflexión no fue baladí. Chico, todo un emblema para el linarensismo, sabe, mejor que nadie, el peaje que el Linares ha tenido que pagar para volver a Segunda B. “Han sido años muy duros, de lucha en las trincheras, de desasosiego, con el único aliento de la afición”.
Pasea por la Avenida de Andalucía con gran firmeza y una sonrisa perenne. Va ligero de equipaje. Se ha liberado de la pesada mochila que suponía ascender con el Linares, después de cinco intentos fallidos, muriendo en la orilla. “Era algo que, sin llegar a ser obsesivo, si me preocupaba. Sentía esa responsabilidad extra. Han sido años de lucha por un sueño, pero ha merecido la pena el sufrimiento para llegar a este final”, reconoce. A sus 42 años, Chico ha protagonizado una promoción, simple y llanamente, espectacular. Ha sido un hombre clave en la consecución del ascenso, a pesar de tener que bailar, en el doble enfrentamiento con el Castellón, con parejas poco deseables, como Negredo, Rubén Suárez, Jon Uriarte o Yagüe. “Me he sentido muy bien en los dos partidos, gracias también a la ayuda de los compañeros”, declara. Chico es un portento físico, ágil, fuerte y competitivo. Al central de Lupión, le han respetado las lesiones y él se ha encargado de alargar su vida deportiva. “Me cuido, llevo una alimentación sana y una vida relajada y familiar. Me siento muy bien”, dice. Todo en él es instintivo o producto de su capacidad de análisis. Quizá esa manera de entender las cosas sea el secreto de su longevidad futbolista. Asegura, en este sentido, que tiene carrete para rato.
Chico guarda en su retina infinidad de imágenes del ascenso y su posterior celebración por las calles de la ciudad. “Me quedo, sin embargo, con el final del partido. Fue algo indescriptible. Ver la grada de Castalia con tantas camisetas azulillas me llenó de emoción”, recuerda. El capitán quiere acabar sus días como futbolista en el club que lleva defendiendo desde 1998. “Ese es mi deseo. No depende de mí, pero, ni que decir tiene, que quiero seguir aquí. Esta es mi casa”, sentencia.
Y desea hacerlo para disfrutar, para divertirse en el campo, como aquel niño que corría detrás de la pelota en la Plaza del Ayuntamiento de Lupión con su hermano Marqui. La próxima semana se sentará con el director deportivo, Alberto Lasarte, para dialogar sobre el futuro. A su favor tiene, su eterna juventud y el cariño de la afición, a la que está “tremendamente agradecido”. “Es increíble lo de esta afición. No deja de sorprenderme. Todo lo que tengo se lo debo a ella”, asegura. En el Linares ha marcado una época y su trayectoria está solo al alcance de los elegidos.

05 jun 2015 / 11:01 H.