Aquel viejo maestro
Aún recuerdo a aquel viejo maestro,/ todo corazón, que me enseñaba;/ recuerdo su entrega, fe y afecto,/ su figura firme y su palabra. / Despertó en mí los sentimientos/ quietos y dormidos en el alma;/ alguna vez vi el sufrimiento,/ en su dulce cara, tan cansada.
/Su voz repetía en mis oídos,/ lecciones de épocas pasadas./ Le recuerdo, a veces, divertido,/ clavando en mí, su mirada clara./ Aquel viejo maestro, no está ya,/ pero su mensaje quedó preso,/ y una y otra vez, se hace real,/ en algún rincón del pensamiento./ Quise ser como él; tal vez lo fui./ Quizá aprendí más que olvidé,/ porque su ejemplo vive fiel en mí,/ atrapado en nostalgias del ayer./ La lección de aquel viejo maestro,/ aquella que escrita no aparece,/ es que aquel que ama a los pequeños,/ aunque se haya ido, nunca muere.
Concepción Agustino Rueda / Jaén