Día 6: Andaluces de Jaén al coro
Ni que lo hubiesen programado adrede. O sí. El caso, señoras y señores, es que en medio de la visita al Perú de los tres afamados “compis” había una gran fiesta local, la del izamiento de la bandera.

En esa parte del mundo, y en la mayoría, el sentimiento nacional es siempre como el nuestro ahora que España es campeona del mundo de fútbol. “Mu” serio aquello, por si no lo hemos apreciado aún. Porque hay que ahorrar en teléfono y les tuvimos que cortar, pero no paran de hablar y escribimos estas breves letras con el máximo material posible; se les nota en trance. Creánnos, en trance porque todo fue muy seguido, dicen: ponerse la corbata a la bulla, izar la bandera de Jaén de los Olivos, desfilar delante de la autoridad a paso marcial y nombramiento de “visitantes distinguidos”. ¡Toma ya! Al final, 48 horas de viaje de un lado a otro han salido con provecho de toda condición, la de que había que ir con 100 kilos en las maletas, la de que se fueron vacunados, la de que no está mal conocer mundo de “gañote” y la de que se van a traer algo material para poner encima del televisor, junto a la muñequita bailando melenchones o la foto de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Pues no está mal para ser viajeros de paso, ¿verdad? Acá nos congraciamos de todo lo bueno que les esté pasando allá, incluso que lloren, de alegría. Aquí todo sigue igual, cargado del mismo bombo inaguantable de pelea política, enfermiza pasividad empresarial y quejío olivarero, las tres patas de nuestra realidad más cotidiana a ojos de un Colectivo que le dedica a esto más tiempo del que creen, aunque lo olvidemos con la misma facilidad, je, je. De lo contrario, siempre estaríamos bailando el mismo pasodoble que quieren los que mandan, para así tenernos entretenidos.
A lo que íbamos, amigas y amigos trepabuqueros, que hoy tiene que ser una alegría el relato porque a los tres se les notaba la voz entrecortada (¿o sería porque ya les queda un día menos para la vuelta?) y también porque no es muy habitual ver cantar al amadísimo director. Vamos, nunca, bajo ningún concepto y en ninguna circunstancia... Será que hasta el rabo todo es toro que ha llegado la ocasión. Les contamos con detalle, que aquello tuvo que ser im-presionante, que diría (en dos palabras) Jesulín de Ubrique. Izaron la bandera de Jaén, ya se lo dijimos, para que ondeara junto a la del Perú, y no salían de su asombro, cuentan con todo lujo de detalles, más tarde cogieron una pancarta cada uno y desfilaron congraciándose de ser periodistas y haber sido estudiantes. Y luego, tachán, tachán, les dieron presentes para todo quisqui del Jaén nuestro y a ellos los ungieron de descendientes del mismísimo Diego Palomino, el paisano cartógrafo que se adentró en aquellas selvas y le puso el nombre de su tierra a la ciudad. !Uau! ¿Lo del cantar? Pues nada, entre risitas que ni ellos mismos se aguantan, les animaron a cantar el himno de la provincia. Y allí salió un emotivo “Andaluces de Jaén”, versión Jarcha, que para eso Angelito González es miembro destacado del jaenero grupo “Oro viejo”. No hemos visto aún el vídeo, pero a tenor de las fotos de la página web de la Asociación de Hijos del Jaén del Perú en Madrid, Rafa Casas movía muy bien los labios.
Ah, que no se nos puede olvidar el encargo: el obispo de Jaén de Bracamoros, de nombre don Santiago, también quiere hermanarse con su homónimo de aquí y aunque en asuntos divinos estamos desentrenados (no somos perfectos y no vamos a saber de todo) le pedimos a algún alma en pena que haya llegado con infinita paciencia a esta parte final del texto, que se lo haga saber a don Ramón. Seguro que el Espíritu Santo que todo lo ve le dará el visto bueno, despacio y sin prisas, pero lo verá bien. Y ya puestos, que se hermanen los alcaldes y los presidentes y los hermanos mayores y la olvidada Karina (no tenemos perdón de Dios por dejarla solita) y hasta el Real Jaén de nuestros grandes amores y mayores desilusiones. Amén.
Postdata: Y al séptimo día descansamos todos. Ustedes y nosotr@s; ahora esperaremos a su vuelta para leer de verdad lo que allí ha pasado, que estas siete crónicas a pie de oliva sólo fueron un entretenimiento. Con muchas ganas de pasarlo bien juntos, pero un pasatiempo al fin y al cabo. Que al Jaén del Perú no van cientos de personas todos los días y eso hay que contarlo. A nuestra manera también.