Alcalá la Real. Un misterioso perro verde
Juan Rafael Hinojosa/Alcalá
Un extraño fenómeno es motivo de conversación, desde hace semanas, en la aldea de Charilla. Se trata del nacimiento de un cachorro de mastín que, durante unos veintiún días, conservó un tono verdoso. Aun hoy, el origen de la pigmentación no está claro.

Un extraño fenómeno es motivo de conversación, desde hace semanas, en la aldea de Charilla. Se trata del nacimiento de un cachorro de mastín que, durante unos veintiún días, conservó un tono verdoso. Aun hoy, el origen de la pigmentación no está claro.
Aunque resulta extraño ver un mirlo blanco, más aún lo es contemplar un perro verde. De ahí el popular dicho que enfatiza la rareza de un animal con dicho color, algo considerado imposible por la mayoría de la población. Sin embargo, en el municipio alcalaíno —si bien de forma efímera—, lo inverosímil e insospechado se volvió real.
Las sierras de la aldea de Charilla son propicias para los animales “especiales”. De hecho, hace unos años, en la Hoya, nació una cabra con sólo tres patas. El cortijo de La Lastra, junto a la estrecha carretera que discurre entre las montañas charilleras, es el lugar en el que se produjo, en el presente otoño, un alumbramiento asombroso. Dentro de una camada de ocho mastines, vino al mundo uno, concretamente una hembra, de color verdoso. La cría contrastaba con el tono amarillo claro de sus padres y hermanos.
El propietario de la singular perra es Antonio Jesús Díaz López, quien atiende en la casa de campo una granja caprina donde creció hasta que, recientemente, se lo regaló a un amigo. El ganadero explica que la pigmentación del can causó una enorme sorpresa en todas las personas del entorno que presenciaron al cachorro. La cuestión no tardó en divulgarse por Charilla y otras pedanías alcalaínas, como Santa Ana.
Díaz asegura que, en un principio, se pensó que la coloración podía deberse al efecto de la placenta materna. Sin embargo, después de lavarlo, el empresario comprobó que no derivaba de tal circunstancia. Es más, apunta que el verde persistió durante más de veinte días. Poco a poco, la mastina se fue aclarando y el cambio gradual concluyó cuando se igualó al pelaje entre blanco y pajizo del resto de la camada. Lo único que está claro, actualmente, es que no hay una explicación definitiva a la aparición del perro verde. El especimen hoy en día carece de cualquier diferencia respecto al resto de sus hermanos y, si se educa, desempeñará trabajos de vigilancia como sus congéneres.
Una de las hipótesis que baraja el propietario apunta a una posible causa genética. Algunos vecinos de la comarca señalan que, antaño, hubo una casta canina conocida como “verdina” con esta tonalidad. Sin embargo, Antonio Jesús Díaz admite que nunca los ha visto y precisa que los progenitores de la mascota siempre fueron unos ejemplares normales.
arte. Los perros verdes forman parte del imaginario colectivo hasta el punto de que la expresión se utiliza como fórmula proverbial para denotar la rareza de algo. La expresión sirvió, durante un tiempo, para dar título al programa del presentador Jesús Quintero. “El perro verde” también es el nombre de una canción del grupo navarro “Marea”, que tiene gran tirón entre la juventud española.
En ocasiones, hallar el perro verde se convierte en una auténtica meta que, según parece, ya no es quimérica. Este es el caso del brasileño Eduardo Kac, quien ejerce lo que ha bautizado como “arte transgénico”, basado en la ingeniería genética. Después de “fabricar” a Alba —una coneja que brilla con tintes verdes si se le aplica luz azul— el creador suramericano es el responsable de investigaciones para conseguir un perro “fluorescente”. El proyecto, conocido como GFP K-9, consiste en la modificación del ADN para cambiar, así, el aspecto de los seres vivos. El “bioarte” de Eduardo Kac, que está considerado como un vanguardista, no deja indiferente a nadie, pero también es, desde hace tiempo, motivo de polémica internacional.