Alarma sin precedentes por la pandemia de gripe A
Si a finales de 2008 se hubiera hablado del virus A/H1N1 probablemente nadie sabría a lo que hace referencia, ni las consecuencias que iba a acarrear. Este germen, que empezó a conocerse como 'gripe porcina', comenzó a ser popular en todo el mundo en el mes de abril, después de una primera ola de contagios, que ocasionaron decenas de fallecimientos en México.

Rápidamente se fue propagando por todo el mundo, de manera que en sólo unos días llegaron los primeros afectados a España y, por supuesto a la provincia de Jaén. En esta, el primer caso sospechoso que se mantuvo en aislamiento en el Hospital Médico Quirúrgico de la capital fue el de un joven que estudia Medicina en Granada y que había vuelto, veinticuatro horas antes de comenzar los síntomas, de México, país que había visitado dentro del viaje del paso del ecuador de la promoción. Desde ese momento, las administraciones competentes y los servicios sanitarios comenzaron a preparar un plan de intervención para hacer frente a lo que se preveía que se avecinaba.
Durante el verano, la cantidad de nuevos casos era extrañamente alta, si se hace una comparativa con la incidencia que tiene la gripe estacional en el invierno, después de las sucesivas campañas de vacunación de cada año. Por su parte, Salud ya realizaba los preparativos oportunos para adelantar a finales de septiembre y principios de octubre la administración de las vacunas contra la gripe estacional, de manera que se pudiera afrontar también, cuanto antes, la inmunización de la población que mayores riesgos de complicaciones presentaba al contagio de la gripe A.
El registro de las primeras muertes en España —especialmente personas jóvenes y mujeres que estaban embarazadas cuando contrajeron el virus— hizo que la enfermedad se situara en el punto de mira de la población y que, hasta las farmacias se vieran desabastecidas de determinados productos como jabones hidroalcohólicos para desinfectar las manos, mascarillas para cubrir los rostros o toallitas jabonosas con las que limpiar los objetos después de su uso.
Una vez pasados estos primeros momentos de angustia —el regreso de los escolares a los centros educativos tras el verano era un momento de especial interés para comprobar el comportamiento de los contagios—, las medidas recomendadas por las autoridades sanitarias se fueron rebajando poco a poco hasta el punto de que, ni las personas integradas dentro de los grupos designados de riesgo, acudieron masivamente para recibir la vacuna.