A media luz

Manolo Nieto es particular, como el patio de mi casa de esa conocida canción infantil. Su filosofía vital está marcada a fuego por dos conceptos: el amor y la muerte. Con esa visión poética del mundo que él tiene y transmite de cada uno de ellos. Intensa y sin pliegues. Una forma de sentir en la que tanto tuvo que ver su hermano Pepe Nieto, que marcó su alma y su existencia como nadie y que, también, impregnó con sus poesías las páginas del periódico provincial, de su Diario JAEN.

    24 sep 2010 / 15:42 H.

    La no menos peculiar vida de un periodista ha hecho que siempre que he tenido oportunidad de charlar con él, con un mínimo de sosiego, haya sido de noche, al acabar mi jornada de cualquier día. Y no es lo mismo conocer a una persona con luz artificial, que en pleno día. Eso me ofrece una visión privilegiada de su personalidad. Creo que él se maneja y siempre se manejará mejor en un ambiente como en penumbra, denso por el humo de un cigarro y con una copa cerca. No es bohemio, es otra cosa. Muy tímido en la distancia corta, inclasificable, huyendo siempre de encasillamientos o etiquetas. Un hombre amigo de sus amigos, pero de verdad, no como tópico o frase hecha. Porque está siempre cuando lo llamas y disfruta compartiendo largas, larguísimas y apasionadas parrafadas sin mirar jamás el reloj. 

    Por teléfono charlamos también en la época en la que colaborada con el periódico. Una fecunda década en la que supo plasmar y regalarnos su perspectiva sobre lo divino y lo terrenal, dejando cada domingo un poco de sí mismo en las páginas de su diario.    

    Sabe que la vida da más cornadas que un toro y, pese a todo, no ha perdido su romanticismo innato, una cualidad nada recomendable porque, en los tiempos que corren, pueda dar –y le da, seguro- muchos disgustos. 

    Juana González