Una aldea llena de encantos

La entidad local autónoma pelea para mantener a sus gentes y conservar servicios que son esenciales

14 feb 2017 / 11:33 H.

Es una entidad local autónoma, que es una definición que arroja cierto “aire” burocrático que sirve para catalogar lo que siempre ha sido una aldea. Mures tiene un encanto especial. Enclavada en la Sierra Sur, es vigía del límite de la provincia con Granada. Pasear por su calles reconforta, da tranquilidad, transmite paz, evoca energía y apela al descanso. Tiene lugares mágicos, como el lavadero. Allí todavía se ve cómo corre el agua por las pilas que miles de mujeres utilizaron para lavar la ropa durante décadas. Ahora, más que otra cosa, es una zona con encanto, que Isabel Palomino todavía visita para evocar recuerdos: “He venido toda mi vida aquí a lavar. Ya no, soy vieja. Tengo 89 años. Ahora, veo cómo lo hace la lavadora”, dice mientras que ríe.

Ana María Aguilar Aguilar es una joven que trabaja en el Centro Social de Mures “La Ana”. Es un bar muy acogedor. La candela de la chimenea se alimenta con recios troncos de madera, que sirve para caldear todo el espacio, que destaca por la gran limpieza. “Aquí vive poca gente, pero todavía quedamos jóvenes. Me gustaría que se hicieran más cosas, que se arreglara el parque y que programaran actividades para entretener a la gente”, dice Ana María Aguilar Aguilar. Mures sorprende porque se habla bastante de política. Además, se hace sin complejos y con un carácter muy reivindicativo. Muchos vecinos creen que Alcalá la Real —el municipio del que dependen— ejerce un poder demasiado centralista. Algunos incluso ven un final apocalíptico, que puede pasar por el fin de las aldeas, algo que no quieren ni llegar a imaginar.

Francisca López es la presidenta de la Entidad. “Tenemos un duro caballo de batalla para conseguir fondos. Vemos prioritario el arreglo de La Loma. Allí viven vecinos que no tienen ni acerado ni alumbrado público, por lo que han de caminar por la carretera para llegar a la farmacia o a la tienda”, afirma Francisca López. Precisamente, al otro lado del mostrador de la botica está Gerardo Martínez Gómez: “Ser un farmacéutico rural es muy especial. A veces, eres consejero, asesor laboral y hasta cambias pilas del reloj. Aquí vive gente muy mayor y necesitan una farmacia al lado. En ocasiones, estás las 24 horas. Saben que vivo arriba y la gente también tiene mi teléfono. Si está cerrada la farmacia y es urgente, te llaman”. Un poco más abajo está la tienda. María Prieto y José María Blanco regentan el negocio. “Se vende muy poco. Al final, los clientes son personas mayores o que viven aquí toda la vida y vienen para comprar. Más bien, se trata de dar un servicio, aunque pagamos impuestos igual que si estuviéramos en la Gran Vía, pese a que el negocio es muy limitado”, afirma María Prieto.

Ayer, al lado del lavadero, paseaban Rafael Cano y Carmen Ruiz. Son los padres de Carmen Cano, jugadora del Club de Campo de Madrid y de la selección española de Hockey. Los vecinos le preguntan por su hija, mientras que la madre comenta los goles que metió en sus últimos partidos con España. “Fue contra Rusia”, narra. En realidad, Mures no reivindica obras faraónicas. Más bien, desea servicios que son básicos, como que sus vecinos tengan acerados y alumbrado público, que le den un “arreglillo” a su campo de fútbol o que se solucione el problema con el agua potable. Precisamente, este último asunto les genera muchos problemas. El agua de Mures viene de un gran acuífero que, cuando llueve demasiado, arrastra productos fitosanitarios del olivar y se contamina. Por eso, en ocasiones, los niveles de nitratos están por encima de lo permitido y ni siquiera se puede beber el agua que sale del grifo. No es el caso de ahora, tal y como confirma la presidenta de la Entidad, Francisca López. Por otro lado, el Colegio Público Rural “El Olivo” se afana para mantener con vida el entorno educando a los más pequeños de una aldea que no llega a los mil habitantes, pero que luce como una gran joya de la Sierra Sur. Sin duda, merece la pena disfrutar de sus atractivos.