conserva en la Catedral de Jaén”
Mejor era esto que dejar vagar sus miradas, sus ojos errantes, por la explanada, donde entraba y salía consumiendo el tiempo la familia de la chabola que iban a derruir, la mujer, los chiquillos y la muchachita rubia, que eran de un pueblo de Jaén. No hablaban palabra los vecinos de la tragedia que se avecinaba, que presentían. Tenían como un miedo oculto a que los situados más cerca, la mujeruca que les tropezaba con el codo o con el vientre, descubriera lo que de cierto deseaban, la actitud que iban a tomar o que hubieran tomado de buena gana, cuando llegasen los de la piqueta. Andrés sentía mucho calor, todo el calor de la tarde, aunque la sombra llenaba ya por completo el patio; solo enel piso de arriba quedaba una franja de sol. No tenían ya nada que decirse. La mujer del tendero continuaba dándole paseos al chico. María cogió a Andrés por el brazo. Todavía se volvió para dirigirse al tendero.
—Tenga compasión.
—Dios mío, Dios mío.
(...)Por la Santísima Trinidá, en Niño Dios, por el Santo Rostro que se conserva en la Catedral de Jaén, bajo siete llaves. Dios te salve María, llena eres de Gracia el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres...
(Fragmento de “La Piqueta”).