“Poco interés tenían en lo que se hiciera con el Cinema España, era un problema exclusivamente mío”
Aaquellas alturas yo ya tenía las maletas preparadas para marcharme de Frailes a todo correr en caso de que Sara no se presentara. Todos los días recibía varias llamadas desesperadas de Ella, que indicaban que las cosas iban de mal en peor.
El más inesperado de los muchos problemas era que, por lo visto, iba a sernos imposible conseguir una copia de “El último cuplé”. Un socio de negocios del extravagante y controvertido alcalde de Marbella, Gil y Gil, había adquirido los derechos de este y de muchos otros clásicos del cine español de los años cincuenta y sesenta.
Esto no hubiera sido de por sí un problema de no haber reclamado también los derechos de “El último cuplé” una sospechosa organización registrada en Tanzania. Hasta que la disputa entre las dos partes se resolviera (y hacía muchos años que duraba) nadie en España tendría acceso a la versión original en celuloide de una de las películas españolas más conocidas.
Mientras tanto, poco interés tenían en lo que se hacía con el Cinema España. Era un problema exclusivamente mío, y probablemente me hubiese topado con una reacción de impaciencia de John y Ellas si les hubiese descrito en detalle los dilemas, los temores y las molestias que el edificio me estaba causando. Había creído mejor no embarcarme en el acondicionamiento del cine hasta que el trato de la película estuviera firmado y sellado, pero ahora que Sara Montiel estaba en principio “a bordo” y que faltaban solo cuatro semanas para su supuesta visita le dije a Ferminillo que teníamos que empezar pronto nuestra campaña de restauración.”
(Fragmento de “La fábrica de luz”).