“Una compañera que siempre viajaba en el tren de la sonrisa”

11 feb 2016 / 08:00 H.

Falleció el pasado 7 de febrero a los 56 años. Las realidades de los días sorprenden siempre en el momento menos esperado. Hoy leí la esquela y el recuerdo de nuestros compañeros y amigos y me di cuenta que habías muerto, querida Aurelia, que ya estarás tratando de detener el tiempo para volverte atrás y no era posible. Eras, eres y serás la musa de muchas ilusiones rotas por el tiempo, además de una gran persona, una gran profesional y una belleza de mujer imposible, imposible porque siempre supiste ser y estar, dos figuras casi iguales del mismo verbo pero con significado diferente, ser porque eras y estar porque estabas con las personas que sabías que te querían y respetaban.

Esa celosa guadaña de mujer fatal vestida de negro y que nunca hace ruido le molestó que tú fueras como eras, un sueño profundo donde nadie habría querido despertar solo por contemplarte, esa señora siniestra posiblemente por celos te arrebató la vida y se quedó tranquila de lo que había hecho aunque después se arrepintiera.

Decía el poeta: “Yo me contento amor con adorarte, Dios hará lo demás”.

Nosotros, tus compañeros, te contemplábamos todos los días que coincidíamos contigo y te recordábamos con la claridad del agua clara y la sonrisa alegre, hasta que nos volvíamos a ver, pues el juzgado, el Colegio de Abogados, las salas de vistas, no eran igual cuando tú no estabas y muchos te seguimos y sentimos en el alma seguir la huella del pájaro herido sin poder ni querer olvidarte.

En muchos casos has sabido dar a las noches sus mañanas, a la tristeza la sonrisa y a la vida toda su plenitud. Todo cuanto hiciste fue pleno, sufriste también en esas largas noches donde se repite una y otra vez ¿por qué? Levantaste el vuelo como el pájaro herido de mi semblanza y nadie podía suponer que la noche de tu marcha ya no tendría mañana para haberlo podido evitar. La confusión del dolor, de la incredulidad, del no es posible, nos dejaron también heridos en esas mañanas sin ti y que ya no alumbran con la fuerza del sol infinito que te cubría en todo momento y que tú hacías más real que cierto y en esa confusión pregunto también al alba por qué te arrebató esa plenitud y esa belleza que te hacía tan especial como entrañable y siempre que decías presentías ¡Tal vez mañana!

Pero ha llegado el hoy, ese que se produce cada día y al que a veces no entendemos por las muchas confusiones que nos presenta; saber que te has ido, además de una tristeza, es una confusión que nos paraliza los momentos entrañables y hermosos que compartimos contigo y que siempre queríamos repetir. Ha llegado el tren que para y anda acaparando pasajeros y dejando en el andén los que por envidia o descuido separa y aleja de los que tanto hemos añorado contemplar y ver y que hoy no es posible. Y ahí el sentimiento del poeta ¡Dios mío qué solos se quedan los muertos!

Dentro de muy poco tu tiempo que fue tuyo habrá pasado y aunque dicen que el tiempo y el olvido son las únicas cosas que nunca tienen fin, tú te quedarás en tu tiempo y también los de entonces, como diría Neruda, recordaremos con más fuerza todo lo que nos falta.

Quiero dejarte mi recuerdo en este sencillo escrito y quiero volver al alba de aquellos tiempos que no hace tanto pasaron, donde los juicios y las vistas nos acercaban a cada uno a los fundamentos de la razón mas cierta y quiero que sepas, estés donde estés, que tu forma de hacer las cosas consiguió grandes acuerdos que siempre favorecieron a las dos partes, pues tú siempre prevenías que no había que sacar conclusiones sin escuchar a una y otra.

He sentido mucho no poder decirte adiós y siento de verdad no haber compartido más tiempo contigo, pero la distancia a veces si se prolonga se convierte en olvido y esa puede ser la causa de recordarte como fuiste y que para mí serás siempre la musa de la libertad de tu tiempo.

Descansa en paz, querida Aurelia, que ya estarás en ese cielo infinito que te acoge y no olvides que en nuestro trabajo de todos los días seguiremos cerca de aquella compañera que siempre viajaba en el tren de la sonrisa y que cada rayo de sol se le clavaba en la mirada haciéndola única y así seguirás siendo en el recuerdo mas entrañable de todos los que te hemos querido y te queremos.