“Un año demasiado duro sin ti”

Triste e inesperado 29 de julio de 2018. Aquella noche fatídica en la que te reclamaron del cielo. Con tu amable sonrisa nos diste las buenas noches y, una hora después, te marchaste dejándonos totalmente destrozados. Jamás imaginé que fuera así como te irías. Mi querido padre era un hombre bueno, muy bueno, con un gran corazón al que desearía parecerme. Era el mejor padre que uno quisiera tener, ocurrente contando sus chascarrillos y sus tantas anécdotas de su vida, con una gran memoria relatando sus vivencias de la “mili”, trabajador, servicial, cariñoso, amable, lleno de bondad, querido por todos. “Fede”, como lo llamaba mi madre, era la mejor persona que haya conocido nunca, el mejor padre. Papá, ha sido tan fácil quererte y tan difícil no tenerte.
Este año ha sido muy duro, demasiado duro para tu familia; no hay día que no te echemos de menos. Tus nietos extrañan a su abuelo, las lagrimas afloran con facilidad y la pena nos embarga. Mi mundo y mi vida entera se han trastocado. No soy capaz de aceptar que te hayas ido, me revelo con los médicos que se llaman así sin saber lo que eso significa. Me resisto irracionalmente a aceptar esta realidad, el hecho de que ya no estés con nosotros. Estoy seguro de que estás en el cielo, sonriendo y haciendo la vida más agradable a los que por allí se encuentran contigo.
Papá, necesito que me sigas guiando y aconsejando como siempre lo has hecho aunque no estés aquí. Has sido un ejemplo de vida. Aunque el llanto y las lágrimas no nos abandonen, tú siempre estarás con nosotros.
Tu recuerdo hará que vivas siempre con nosotros. Te quiero papá.