“Treinta minutos
de espera”

Al final surgió
un poema a una madre
que nunca marchó.
Un poema de lágrimas,
un poema de amor
al final surgió.
Por una madre que dio
su vida, dio su amor.
Cinco lirios crió
y una rosa
marchita de amor.
Treinta minutos
y no estabas allí.
Treinta minutos de espera.
Treinta minutos de espera y
nunca te vi.
Bajo el sol en la atalaya,
yo te perdí.
Treinta minutos
llorando por ti.
Llorando por la mujer
que lloró por mí.
Amor y vida nos dio,
lo que nosotros no hicimos
por ti.
Treinta minutos de espera.
Treinta minutos
muriendo por ti.
Treinta minutos.
Muerta salió de allí,
de la oscuridad.
Oscuridad maldita
que nunca la tuvo que sufrir.
Su hora no era esa.
Abandonada
por el azahar y el alelí.
Maldita muerte.
Maldito vivir.
Treinta minutos esperando.
Maldito sinvivir.
Murió la flor de la casa.
Murió sin necesidad.
Treinta minutos
que no sirvieron de “na”.