“Luis, los patos siguen en Doñana”

Aprendí de él más técnicas de comunicación, propaganda y márquetin que durante mis cinco años en la Facultad de Ciencias de la Información. Era un genio para provocar escándalos, con el objetivo que sacaran a su queridísima Linares en los medios de información, que era lo que más ansiaba desde que reunió cierto dinerillo para poder organizar cosas importantes en su ciudad. !Y vaya que lo consiguió! Fue el organizador de los acontecimientos deportivos más importantes en la historia de la provincia de Jaén, tanto por su torneo de ajedrez de máximo nivel mundial como por las finales de candidatos que se trajo.
Son muchas las anécdotas y circunstancias que podría contar de él, pero me quedo con su valentía cuando le negó el saludo a su paisana y ministra de Cultura entonces, Rosa Conde, porque había dicho por ahí que nació en Ronda cuando se había criado en Linares. O cuando a un gobernante, de cuyo nombre no quiero ni acordarme, le dijo que si el Torneo de Linares se celebrara en Sevilla, a su inauguración y clausura “acudirían hasta los patos de Doñana”. Era genial para provocar la noticia y no se acobardaba ante nadie.
Aquel niño que dicen vendía especias en un carrito que cargaba de las mercancías que se les caía a los trenes de la estación Linares-Baeza, se había convertido en uno de los mejores empresarios de la provincia de Jaén, aunque a él lo de llamarle “jiennense” no le gustaba mucho, como a la mayoría de sus paisanos. Fue inteligente y acertado hasta para vender su próspera cadena de supermercados a un grupo belga, en el momento preciso, y por una cantidad que pocos saben, aunque confesó que era tal la cifra cobrada que desde entonces y hasta su muerte podía ya dejarle a su mujer un millón de pesetas cada día en su mesita de noche por quererle tanto.
Anécdotas, enseñanzas y muestras de agudeza y ocurrencias excepcionales tendrían para llenar casi un libro, pero no quiero acabar esta dedicatoria sin narrar uno de los momentos que le produjo mayor alegría a Luis durante su torneo de ajedrez.
Fue cuando reunió en la misma edición al árbitro Baturisky y al jugador Víctor Korchnói, pero sin que ninguno de ellos lo supieran, a pesar de ser enemigos acérrimos en la extinta Unión Soviética. La llegada de Korchnói al comedor del hotel “Aníbal” fue de película del más puro estilo de cine negro. Se encontró de golpe, sentado y fumando un puro, a Baturisky y empezó a proferirle insultos en ruso que se escuchaban hasta en el Paseo de Linarejos. Intercambiaron incluso algún que otro empujón y efluvios salivares. El excampeón del mundo volvió corriendo hacia su habitación y al instante pidió un taxi para volverse a Madrid. Luis lo había preparado todo. Incluso nos había advertido a los periodistas que allí nos encontrábamos para ser testigos de un suceso que dio la vuelta al mundo en informativos deportivos y generales de cientos de países. Era una tarde de domingo y el genial Rentero, después de pedir disculpas a Korchnói, esbozaba una sonrisa y susurraba: “Hemos conseguido que hasta interrumpieran la narración del Atlético Madrid-Real Madrid para contar lo que aquí ha sucedido.
“El nombre de mi Linares lo han escuchando millones y millones de personas”. Otra genialidad más, compañero. No creo en el cielo ni en el paraíso, pero si existieran, que San Pedro y compañía estén muy atentos porque va para allá Luis Rentero. DEP amigo Luis.