José Luis Buendía estará para siempre en su “Jaén, Paraíso Interior”

14 jul 2019 / 08:00 H.

El pasado día 5 de este mes de julio, paseando entre la bóveda celeste, azul firmamento o cielo, sólo ocupado por estrellas y luceros. Y dentro de un ambiente con olor a olivos y colores entremezclados con la flora de las macetas que adornaban balcones y ventanas que, con sólo mirarlas, llenaban nuestras almas de tiempo estival, más notable en parques y alamedas jaeneras.

En un instante, entre los que formábamos aquella parada urbana, Pepe Domínguez y su hijo; María Rosa Rico, mi esposa, y yo, surgió con voz de acento andujareño la triste noticia de que José Luis Buendía había muerto. Un silencio especial inundó aquella grata conversación entre amigos y la tristeza pronto se reflejó en nuestro rostro. Lógicamente, la conversación se hizo recuerdo a José Luis Buendía, quien ocupó todo el rato en que estuvimos juntos. Y una oración en el pensamiento de cada uno fue el saludo simbólico al amigo que “estaba entrando en su Paraíso Interior”. Y digo “Jaén, Paraíso Interior”, porque, hacía tiempo, José Luis me había dicho que él era el autor de la frase que la Diputación Provincial de Jaén. Lo había hecho eslogan utilizando todos los recursos estilísticos al alcance de la sociedad, puesto que el mayor éxito del eslogan “Jaén, Paraíso Interior” era y fue el que se repita como con el tiempo ocurrió y, desde entonces, el profesor José Luis Buendía, como procesionar, Catedrático de Literatura en la Universidad de Jaén, se sentía no solo orgulloso como jaenero, sino también dichoso de pasar a la historia de nuestra provincia por la literatura culta.

José Luis Buendía era un hombre cercano, amigo de sus amigos, hablador y siempre al servicio de quien le pedía su colaboración. Yo concretamente, tantas cosas recuerdo de José Luis que, solo con recordar las muchas conversaciones tenidas con él sobre las Cofradías y la Semana Santa, es para mí José Luis un jaenero, cristiano y cofrade de pro. Quiero recordar cuando, entre la multitud, frente a la Puerta del Ángel, esperaba aquel Domingo de Ramos de los años ochenta, el paso de la Cofradía “Piedad y Estrella” en su primera estación de penitencia. Y prácticamente desde aquel instante, siempre que tenía un rato libre de los pocos que disfrutaba, pues era un profesor entregado a la enseñanza por vocación en la Universidad, me hacía una visita a mi despacho en la Cámara de Comercio. En aquella habitación del edificio de la Cámara, en la calle de Hurtado, 27-29 entrando a la derecha con ventana a la calle, tan buenos ratos pasábamos y amistad de fraternidad pasamos que, en 1992, le pidieron hiciese el texto del pergamino que, después de mi pregón de la Semana Santa de Jaén, la Agrupación de Cofradías me entregó. Grato recuerdo en el certificado de mi pregón; igual que él ha llevado en su pensamiento tantas conferencias, charlas y sobre todo el pregón de la Semana Santa de Jaén que pronunció en 2010, levantando fervores por su exaltación jaenera y cofrade y con su excelente verbo en la tribuna de los pregoneros de la Semana Santa jaenera.

Desde aquellos días, —repito, que tantos buenos ratos pasábamos en la habitación donde yo desempeñaba mi cargo en la Cámara de Comercio y a la vez organizaba la Semana Santa, hablando de Jaén y su Semana Santa—, José Luis decía: “Tengo que escribir un día sobre esta habitación (“verdadero confesionario” de la Semana Santa de Jaén) desde la calle Hurtado mirando la ventana de tu despacho amigo Pepe Galián”. Y el tiempo pasó recordando su propósito sin que lo hiciera, pues sus obligaciones familiares, académicas, cofrades y aficiones le impedían reflejar en papel sus deseos.

José Luis Buendía, como he dicho, era un jaenero de pro. Un verdadero jiennense, diría yo, pues su saber lo pregonaba por toda la provincia del Santo Reino. También un cristiano, pues al ser cofrade estaba dentro de la nómina de “apóstoles de las Cofradías” con su palabra en voz y pensamientos escritos, principalmente por la Cofradía del Señor Resucitado y Virgen de la Victoria por la que sentía verdadera devoción.

El flamenco, como género musical español que tiene su origen principalmente en la región de Andalucía, era para José Luis Buendía sobre todo el cante, el origen de su saber y entender, así como el toque y el baile, contando también con sus propias tradiciones y normas desde el siglo XVIII lo que le emocionaba y hacía que disfrutara.

En definitiva, José Luis Buendía era muy importante para la cultura desde la misma Jaén hasta la humanidad. Enseñante responsable que con su profesión hecha verbo, inundó la sociedad e hizo huella en la sociedad española con la humildad que le caracterizaba.

Familiarmente, José Luis Buendía fue un buen hijo, un excelente esposo y un amigo de sus hijos. Fue un hombre entregado a su familia, tal y como le indicó la iglesia cuando se casó en el bien y en el mal, en la salud y en la enfermedad, con una responsable opinión del deber como obligación ética o moral y responsabilidad como una obligación que tiene fuerza legal.

Por eso y por muchas otras cualidades de hombre de bien, José Luis Buendía mi amigo, ha entrado en su “Jaén, Paraíso Interior”, que es decir en la historia y recuerdo de los jiennenses, por un jubiloso vuelo de ángeles, partiendo de esta ciudad de Jaén hacia la célica región de los bienaventurados de la mano del Señor Resucitado y Virgen de la Victoria y también de Nuestro Padre Jesús de la Piedad y de la Virgen de la Estrella, sus dos cofradías de pasión jaeneras. Y con ellos ha sellado un ciclo peregrino de un pasado aquí en la tierra, dejando en cada espacio de lo vivido una huella indeleble de bondad, amor y, como no, de ejemplar actitud.