“Hasta pronto, Lola. Ve preparándome nuevas aventuras”

Querida Lola: Hace unos días que te fuiste de viaje. Esta vez, no me dijiste dónde te ibas. Ni tan siquiera me prometiste enseñarme fotos o recomendarme a dónde ir cuando yo tenga tiempo. Pero tampoco me dirás qué fue lo que más te gustó, ni intentarás relatarme, paso por paso, lo que viste, y yo me perderé tu cara de ilusión y alegría al contarlo.
Te fuiste a un viaje sin retorno y algo me dice que tú misma sabías que no te querías ir esta vez, pero, de alguna forma, sí te habías despedido a tu manera. ¿Sabes cómo? Haciéndonos ver tu sonrisa, cada vez que pensamos en ti, o cuando evocamos algo que vivimos contigo, pero eso no quita que no podamos evitar entristecernos tras recordarla.
Son muchos los recuerdos que me vienen en mente y en todos consigo sonreír. Algunos son míos y otros que me han ido contando tantas y tantas personas que te querían. ¡Y te quería muchísima gente! Tal vez no te lo hicieran saber de la forma más adecuada, pero te aseguro que es la primera vez que vi tanta gente recordando a alguien con una sonrisa en los labios, aunque sus ojos estuvieran tristes.
Me costó darme cuenta que nos habías dejado; que no te volvería a ver por el Camarín, en la feria o viajando con nosotros. Ese día, me di cuenta de que nos quedaba mucho por hacer. A mí me quedaba mucho por aprender de ti y los secretos que guardaban tus manos; de saber transmitir paz en cada conversación y en ser un ejemplo callado de lo que es el servicio a nuestra cofradía. Porque aún recuerdo el día que nos enseñaste a limpiar la túnica de Jesús, que nos explicaste cómo era la ropa de nuestras imágenes y el porqué de cosas que tú sabías con tus compañeras. Ya no habrá más viajes en los que pueda explicar algo y me encuentre tu cara de ilusión, que tomes mi brazo y me preguntes más y más, que digas que eres mi tía y que no me sueltes. Te echaré de menos, pero siempre tendré ese brazo para ti, esperándote y pensando que desde ahí arriba estarás pendiente.
No podré mirar a mi Verónica sin recordarte al lado, preguntándome si la dejasteis guapa. No podré verla y no imaginarte ciñendo su cintura, diciéndome qué te hace sentir ella o compartiendo cosas que solo tú y yo sabremos. Esas que hacen que una cofradía sea más bella por dentro que por fuera.
Tampoco serán iguales las cenas de Navidad sin ti, sin que nos saques a bailar o estés más que preparada para bailar con todos. Para sacarnos unas risas o mostrarnos lo que te habías hecho nuevo en el pelo, esos zapatos de colores brillantinas, todo combinado con tu sonrisa y la humildad en cada gesto.
Ahora soy pura añoranza, pero, día tras día, voy viendo más claro lo que aprendí contigo, lo que pude compartir y lo que seguiré compartiendo. Desde aquí te echaré de menos, pero guardo la esperanza de que ya estás con Jesús, allí arriba, y con su Madre, y que estás muy cerca de ellos, como siempre has estado. El Grupo Joven e Infantil te estaremos echando de menos y aún nos costará asimilar que no estarás para mirarnos con cariño y ver tu mirada cómplice en cada cosa que hacíamos. Sabemos lo mucho que nos querías y era mutuo. Cómo nos trasmitías lo que sabías y nos mirabas como a tus “niños”.
Te prometo que no te olvidaremos, que tú siempre serás nuestra Lolilla y que desde donde estés pensaremos en ti.
Hasta pronto, Lola. Ve preparándome nuevas aventuras, saluda a los míos y ciudadanos desde donde estés, porque desde aquí no te vamos a olvidar y menos dejar de quererte.
Dolores Torres fue una mujer tan apreciada que la noticia de su fallecimiento tuvo rápida respuesta en las redes sociales. Estos son algunos ejemplos:
“Hoy, inesperadamente, ha fallecido una de nuestras camareras, María Dolores Torres Almazán. Que Nuestro Padre Jesús y María Santísima de los Dolores, nuestras sagradas imágenes a las que tantas veces cuidó nuestra hermana, intercedan ante nuestro Padre Celestial para que la acoja junto a Él durante toda la eternidad”.
“Cruzarse contigo y saludarte era un motivo de alegría que Dios nos daba. Ahora no estás ya. Digamos con el Santo Job: “Bendito sea el Poder de Dios”.
“Mi más sentido pésame por esta gran pérdida”.