“Gloria a Nani, ‘El Legionario’,
alguien imprescindible para mí”

24 may 2016 / 08:00 H.

Juan Boiso López. No me gusta conmemorar los aniversarios de fallecimientos, pero en este caso es distinto para mí, porque hace ahora un año que perdí a un ser terrenal, pero gané un ser eterno y celestial.

Mi tío Juani dejó entonces de ser visible, pero entró en mis pensamientos y mis sentimientos de cuerpo y espíritu entero, para quedarse para siempre donde ni el maldito destino se lo podrá llevar jamás. No creo ni dejo de creer en ninguno de los dioses conocidos ni por conocer, pero ya tengo claro que se puede creer sin tener que ver.

He recuperado la fe, pero no en un dios, sino en una persona, que no ha tenido que hacer milagros para ello ni tampoco resucitar para ser eterno, porque en mi corazón no ha muerto ni morirá nunca. El 24 de mayo maldije a la vida desatenta, maldije a la tierra y a la nada, como decía Miguel Hernández en su “Elegía a Ramón Sitjé”, pero después me di cuenta de que un hombre nunca puede morir mientras sus recuerdos vivan en alguno de nosotros.

Y los de mi tío Nani en mí, cada día están más vivos, hasta cobrar de nuevo la realidad terrenal. Así, me toman ya por loco cuando a veces me pillan hablando solo, pero, como decía Antonio Machado, “quien habla solo es porque espera hablar con Dios algún día”. Yo sigo conversando con él todos los días y pidiéndole consejos como cuando era un niño.

Le he pedido que no le eche una mano a su Madrid el próximo sábado con los poderes sobrenaturales que tiene ahora, aunque así se lo pidan sus propios nietos, porque, como siempre, de eso ya se encargará el árbitro. Dice que es ya menos “merengón”, pero yo eso sí que no me lo creo. A pesar de la dimensión tan grande que tiene ahora, sigue siendo sencillo, amigo de sus amigos y ni se le ha pasado por la cabeza hacerle daño a los que se lo hicieron a él mientras andaba por aquí.

Ya no tiene problemas económicos ni laborales, pero se ha empeñado en seguir arreglando todas las puertas y muebles que se encuentra.

Podría tomarse ahora la bebida y comida más exquisita del mundo, pero sigue prefiriendo su cañita de cerveza con su tapita de bacalao frito o manitas de cerdo, de alguno de los bares donde era querido por todos los camareros. Hoy voy a celebrar tu primer cumpleaños como ser eterno, que se ha librado de las ataduras que tenemos los que aún deambulamos por este “valle de lágrimas”, aunque yo ya para subir al “cielo” de “La Morenita” no tengo nada más que decirte: “Tito, llévame de nuevo contigo a andar el Camino Viejo”.

Tú eres mucho más que bueno y mejor para mí, eres imprescindible. Gloria a Nani, “El Legionario”.