“Durante toda tu vida te has hecho querer, yaya”

Eladia Marín Jurado. A mi yaya. A mi madrina, también a la esposa, a la mamá, nuestra yaya, bisabuela, a nuestra suegra, nuestra tía, amiga, nuestra señora Eladia. Te has ido. Nos has dejado de la noche a la mañana. Te fuiste de la mano de la Virgen de los Remedios. ¿Lo sabes? De tu Virgen.
Se ha ido tu cuerpo, pero tu alma y tu cariño se quedan con nosotros. Te llevas tanto amor, yaya, tanto cariño... Y a nosotros, yaya, nos has dado también tanto cariño, todo el amor del mundo. Tanto, que es abrumador. Siempre, toda la vida, te has hecho querer.
Siempre pendiente de todos en el pensamiento. Y sabes que nosotros siempre te hemos tenido en el nuestro.
Nunca nos querías dar trabajo, ni querías que padeciéramos por ti por nada. Y tanto ha sido así que hasta el día en que nos dejaste lo hiciste como tú deseabas: ha sido dulce, sin dolor. No diste trabajo. Te dormiste y descansaste. Y te lo mereces porque no todo el mundo es luchador como lo has sido tú. El sábado antes de tu fallecimiento, hace cuatro días como aquel que dice, me dijiste: “Hay que saber perdonar, hija. hay que perdonar, porque si no, qué”.
Una vez más fuiste un ejemplo para mí y para todos lo que te queremos. Eres digna de admirar. Yaya, faltarían palabras y adjetivos para describir lo buena persona que eras. Los valores que nos has enseñado han hecho y harán de nosotros mejores personas.
De todo corazón, te deseamos una paz eterna. Te tendremos siempre todos en nuestro corazón y te recordaremos siempre con tu sonrisa, esa sonrisa tan bonita que iluminaba tu cara, tal vez, demasiado pocas veces. Te queremos.
(Extraído de “El Programa”, de la Hermandad de la Virgen de los Remedios de Ibros).
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