Dejó una honda huella en Linares, donde se le recuerda

09 jun 2016 / 10:00 H.

Viktor Korchnoi. En la ciudad de Linares, sobre todo los aficionados al ajedrez, le recuerdan muy bien. El pasado 6 de junio falleció, a los 85 años, Viktor Korchnoi, el que fuese subcampeón del mundo de ajedrez y el eterno aspirante al trono mundial de este deporte.

Él también recordó siempre a Linares, desde la primera vez que visitó a la ciudad minera, por diferentes motivos. Hay varias anécdotas, dignas de mencionar, que lo vinculan con la provincia jiennense.

En 1979, en la segunda edición del Torneo Internacional de Ajedrez Ciudad de Linares, Viktor Korchnoi se enfrentó a un jovencísimo Manuel Rivas Pastor, un jiennense de la capital, de 19 años, que irrumpía con fuerza en el panorama de la élite ajedrecística mundial. Rivas, que ya iba camino de convertirse en el gran maestro que fue, le ganó la partida a Korchnoi. Muchos aficionados al deporte que activa las neuronas recordarán la gesta del jiennense. Viktor Korchnoi tuvo una dura infancia al quedarse huérfano de padres durante la Segunda Guerra Mundial. Pero antes de ese fatal desenlace su madre denunció a su marido ante el Partido Comunista porque lo escuchó “rezar”. En aquellos tiempos lo más ortodoxo era ser ateo y hacer gala de ello. Todos tenían en su manual de cabecera el “Manifiesto comunista”, la frase que acuñó Karl Marx: “La religión es el opio del pueblo”. Realmente, su vida fue tan de película que cuando se rodó “La diagonal del loco” (1984) le dieron un Oscar.

De él se dice que siendo aún niño “robaba” las cartillas de racionamiento a los muertos rusos durante la batalla de Stalingrado, que duró seis meses, lo que le permitió sobrevivir al hambre, que era mucha. Por si fueran poco la guerra y sus desastres, en la posguerra también lo pasó mal con el KGB, el Comité para la Seguridad del Estado, la agencia de inteligencia rusa, el equivalente comunista de la CIA. El resultado es que estaba hasta el gorro y, cuando se presentó la ocasión, puso pies en polvorosa y pidió asilo en Amsterdam (Holanda) y se declaró apátrida, ciudadano del mundo. Fijó su residencia en Suiza, su país de adopción, donde falleció el pasado lunes.

Precisamente, otra de las anécdotas ocurridas en Linares tiene relación con el KGB.

Korchnoi estaba inscrito en el Torneo Internacional de Ajedrez de Linares de 1989. Cuando llegó a la ciudad minera, se llevó tal susto que se le quitó el hipo de por vida. Uno de los jueces de la competición era Viktor Baturinsky, ex coronel del KGB que había sido jefe de la delegación soviética de ajedrez, a quien Korchnoy conocía muy bien porque era quien le había hecho la vida imposible y se la tenía guardada. La sorpresa cuando se vieron frente a frente fue tan desagradable, que Korchnoi abandonó inmediatamente Linares en un tren, sin haber jugado una sola partida.

Sobre esta anécdota, me recuerda el periodista Antonio Cepedello, por entonces redactor de Deportes de Diario JAÉN y de la que fue testigo, que nunca una noticia relacionada con el ajedrez había tenido tanta repercusión mediática. Los presentadores del programa “Carrusel Deportivo” interrumpieron aquel domingo de febrero la retransmisión de un apasionante “derby” Atlético de Madrid-Real Madrid para emitirla. Su efecto fue devastador e inmediato. Muchos periodistas deportivos nacionales y extranjeros intentaron localizar en el mapa de España a Linares para no confundir a su público y algunos intentaron conseguir el teléfono de algún periodista de los que cubrían el torneo para que informase en directo de lo que sucedía en el Hotel Aníbal.

Mientras tanto, Luis Rentero, “alma mater” del torneo, no cabía en sí de gozo y alegría por lo bajini, aunque disimulaba y aparentaba estar preocupado por la deriva de los acontecimientos. Rentero había conseguido lo que quería. Lo tenía todo planeado con una increíble astucia y con el único objetivo de que su torneo y la ciudad de Linares que tanto amaba se dieran a conocer en el todo el orbe.

Tras pedir un taxi para que Víctor Korchnoi volviera a la estación Linares-Baeza, desde donde poco antes había llegado, no paró de recibir llamadas de medios de información para conocer qué ocurría allí, a lo que Rentero respondía sorprendido y muy asustado para darle mayor relevancia al asunto. “¡La ‘Guerra Fría’ ha estallado en Linares!”.

La estrategia de Luis Rentero no fue otra que traer a su torneo, y sin que ninguno de ellos lo supiera, a dos enemigos enfrentados a muerte desde hacía tiempo. El soviético Víktor Baturinsky y su tocayo, que se tenían odio confeso. Fue entrar Korchnoi al comedor del Hotel Aníbal y toparse de frente con su paisano ruso. No había otra. La “Guerra Fría” calentó los ánimos y los gritos se escucharon hasta en las “Ocho Puertas”. “El susto fue tal para los que estábamos allí —recuerda Antonio Cepedello—, que a muchos se nos cortó la digestión de golpe. Estuvieron un buen rato lanzándose ‘piropos’ finos en ruso, cada vez en un tono más alto y amenazante. Las voces y ademanes eran tan fuertes que intervenimos varios de los atónitos comensales para separarles, ante la amenaza evidente de que pasaran a mayores”.

Viktor Korchnoi nunca olvidó esta anécdota. Pero lo que trasciende de él es que fue uno de los ajedrecistas más respetados y temidos de todos los tiempos. Descanse en paz.