El hombre al que se le debe la idea de poner en el mapa unos olivares plantados en el monte

PREMIO in memoriam

25 oct 2016 / 12:29 H.

José Bautista de la Torre falleció, a los 84 años, el 8 de noviembre de 1999. Así lo recogió Diario JAÉN en su edición del día siguiente. Una noticia firmada por el que fuera corresponsal José Antonio Zorrilla, en la que se glosaba la figura del investigador y padre de la Denominación de Origen Sierra de Segura. El protagonista de aquellas líneas fue, y así se le considera todavía, uno de los más importantes de la comarca. José Bautista de la Torre se ganó el reconocimiento internacional por sus trabajos de investigación. Era licenciado en Farmacia por la Universidad de Madrid, inspector farmacéutico, bromatólogo, analista clínico y alimentario, que contó con su propio laboratorio; investigador y escritor, además de senador por Jaén, en la emocionante legislatura de l982. También fue alcalde de la Puerta de Segura, donde nació. La mayor parte de su vida la pasó entre proyectos relacionados con el aceite, la Sierra de Segura, la aeronáutica, no en vano, es fundador del Aeródromo del Cornicabral, en Beas de Segura. Se crio en el seno de una familia ilustre de La Puerta, su padre era médico y su madre, una mujer muy culta. Su inquietud y su amor por la tierra en la que nació empujaron a este hombre para la historia, que recibirá el Premio Reino de Jaén “Sierra de Segura”, a título póstumo, a poner en marcha una de las instituciones claves para esta zona de la provincia de Jaén, quizás, su aportación más destacada, ya que logró proteger el aceite. Y es que sus primeros trabajos en esta línea se remontan a 1979, fecha en la que se constituye provisionalmente el consejo regulador. Tuvo la visión de caracterizar los aceites en dos vertientes distintas pero complementarias; por un lado, su implicación en la salud y vigor de la sociedad serrana, eminentemente agrícola y consumidora exclusiva de aceite de oliva y, por otro lado, sus peculiaridades químicas y sensoriales. De todo esto, obtuvo una conclusión clara, la necesidad de proteger y reconocer los aceites de la Sierra de Segura, pues su calidad y caracteres sensoriales genuinos están vinculados al medio en el que se producen. Puso así en el mapa un olivar de alta montaña con altitudes de más de 900 metros, con suelo escaso, pobre y muy superficial, formados en muchas ocasiones por la exclusiva descomposición de la propia roca madre, combinado con una climatología bastante irregular. Ello permitió que, en 1996, la Unión Europea le confiriese la máxima protección que existe para un producto alimenticio europeo.