Suite con el agua del río abajo entre las rocas

El Alto Guadalquivir, con la Suite número 1 de Música acuática de Haendel

22 dic 2024 / 19:07 H.

Altitud en los montes del Alto Guadalquivir. Su cuerpo rocoso tiene marca sedimentaria, la caliza: roca dura, aunque no impenetrable. Es permeable y el agua, como ningún otro elemento, es capaz de erosionarla y moldearla en una batalla eterna cuyo juez es el tiempo. En este paraje de la serranía, el maridaje que comenzó en la génesis de la vida ha tallado un paisaje excepcional en cascada con la vegetación anfibia pegada a la piedra; verde perenne que suelta cortinas de agua sobre el cauce descendente, alocado en su carrera hacia el valle.

Agua fría, oxigenada, que serpentea por un cauce de grava y roca madre. No es pura la roca, tiene trazas de arcilla o de óxido de hierro: de ahí su mestizaje de colores. La observamos blanca, cremosa, rojiza o grisácea. Empuja la gravedad sin miramientos río abajo. No es el único bien que nos ofrece la madre Naturaleza. Sierra y montes son un enorme contenedor, un depósito inmenso de agua en sus entrañas que aflora de múltiples formas.

Veamos qué dice nuestro vocabulario: manantial, nacimiento, venero, escorrentía, surgencia... La suite, en lo que nos ocupa, no es una habitación de lujo en un hotel, es una composición instrumental de movimientos muy diversos, pero sujetos a una única tonalidad: la del agua y la roca que conforman un paisaje irresistible para el paisanaje, invitado a refrescarse, a oxigenarse en estas aguas por puro placer. Este otro maridaje debe basarse también en el respeto de esa ley tantas veces vulnerada, la que nos dice que no debemos alterar el equilibrio de la fantástica suite del río entre las rocas.