Baile en el crepúsculo

Área Metropolitana con “Aleluya (El Mesías)”, de Georg Friedrich Haendel

07 dic 2025 / 10:54 H.

Aleluya por la luz crepuscular de un otoño lluvioso, frío, de nubes pardas que navegan sobre el cielo del Área Metropolitana. Cada día, a la misma hora, da comienzo el ritual de las palomas. ¿Por qué vuelan en bandadas como escuadrones ligeros, rapidísimos, perfectamente coordinados y sin mando alguno?

Instinto, ritual, genética, aerodinámica natural. En grupo se defienden de posibles depredadores. En grupo se orientan para buscar, sobre todo, alimento y cobijo. Es lo que preparan cuando el sol está a punto de ocultarse. A su ocaso, bailan formando volutas inverosímiles, efímeras. Ninguna igual a otra, milimetradas, sin un roce, a velocidad de vértigo.

El espectáculo es magnífico encuadrado en ese perfil inconfundible de cielo nuboso y crestas de los montes. No hay más palomar que los severos y altos pinos del lugar. Porque las palomas se agrupan a estas horas para buscar dónde dormir, en el mismo lugar que la noche anterior. Y ese rito las acomoda: renuevan su condición de bandada, refuerza sus vínculos y recrean la vista de cualquier curioso que quiera disfrutar con su inimitable danza.