Sánchez e Iglesias se encaran de nuevo por la investidura
Los líderes se intercambian la culpa ante una posible repetición de elecciones
El estreno del nuevo curso parlamentario se convirtió en el Congreso en un cruce de reproches mutuos entre el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, tras el fracaso de las negociaciones para formar gobierno. Los dos líderes intentaron cargar sobre el otro la responsabilidad de impedir el acuerdo y abocar al país a la repetición de las elecciones generales el próximo 10 de noviembre, un escenario que el resto de la oposición ve cada más cerca al constatar que Sánchez e Iglesias no mueven un ápice sus líneas rojas: el PSOE no acepta ya un Gobierno de coalición, al que no renuncian los morados.
“Es preferible siempre un Gobierno de coalición antes que la repetición electoral”, le espetó Iglesias a Sánchez en la primera comparecencia del líder socialista en este arranque del nuevo curso parlamentario. El secretario general de los morados sospecha que el PSOE no quiso nunca iniciar una negociación seria para compartir el Ejecutivo. “Un gobierno de coalición no se negocia en tres días”, subrayó Iglesias, convencido de que a Sánchez le “descolocó” que él renunciara a sentarse en el Consejo de Ministros y eso le llevó a simular que accedía a explorar la fórmula de la coalición.
Sánchez, en cambio, incidió en las negativas reiteradas que recibió de Podemos a las distintas fórmulas de colaboración que les propuso. No quisieron apoyar desde la oposición un Gobierno en solitario del PSOE, ni proponer ministros independientes, ni incorporar a miembros de Podemos en puestos de responsabilidad de la Administración del Estado, ni finalmente les pareció suficiente la oferta de coalición de Sánchez, que incluía una vicepresidencia social para la “número dos” de los morados, Irene Montero. El líder del PSOE advirtió de que, con su rechazo, Podemos menospreció Ministerios como el de Sanidad, Igualdad, Cooperación y Migraciones, Ciencia o Agricultura, legitimando sin querer los argumentos conservadores que defienden un adelgazamiento del Estado.