Poema triste del Real Jaén

    24 dic 2016 / 09:50 H.

    Convencido de estar encantado por algún maleficio, aceptaba don Quijote ir encerrado en una jaula, sobre una carreta arrastrada por bueyes en una especie de procesión, camino de su casa a dónde el cura, trazador de ese enredo y el barbero querían llevarlo para ver si se podía curar de su locura, Y se iba lamentando de que nunca había leído que a un caballero andante lo llevasen de esa guisa, pues siempre los había visto llevar por los aires, con extraña ligereza y montados en una nube mientras que a él lo conducían unos bueyes demasiado lentos. Pero quizá, iba diciendo a Sancho, los encantamientos de estos tiempos han de practicar otro camino diferente del que siguieron los antiguos. Cosas de la modernidad, que diríamos nosotros. Y no es que antes no se hubiesen dado desbarajustes como el actual, que, por el contrario, en tantas ocasiones se hicieron y se vivieron momentos de total desconcierto, galimatías y enredo, pero es toda esta historia quijotesca una metáfora precisa de cómo anda el Real Jaén: encerrado en la jaula malhecha, montado sobre una carreta arrastrada por bueyes, encantado por extraños poderes... El club y el equipo, cada uno por sus propios y compartidos motivos, no se mueven mejor que don Quijote en su deambular por los caminos. Rotas y quebradas las alegrías, todo queda en pesadumbre, en vacío, en un sinsentido, precisamente porque nada se entiende, nada se sabe. La poesía épica, la epopeya, es aquella que canta las glorias, reales o inventadas, de los héroes; la contrapoesía desgrana el transcurrir penoso de la pesadumbre y la consternación. Nada existe, decía Gorgias, un filósofo griego, nada existe, pero, si algo fuera, no podría ser conocido y, en la hipótesis de que se supiese, no podría ser expresado en palabras, no podría decirse nada de ello. Como explica una gran aficionada a la música, la diferencia entre una orquesta del montón y otra de gran calidad está en que en la primera se escuchan y se oyen los instrumentos y en la muy buena la música. En este momento histórico del Real Jaén da la impresión de que ni los instrumentos suenan sino exclusivamente ruido y algarabía. Nuestra confianza y nuestra esperanza es que la poesía y la música no sean de funeral.