Raphael: “Aquí estaré mientras la voz aguante... y le queda mucho”

El artista internacional actuará mañana en el Pabellón Olivo Arena con su gira “Raphaelísimo”, un reencuentro con su público después de un bache de salud del que se encuentra totalmente recuperado

07 nov 2025 / 09:31 H.
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LA ENTREVISTA

Su himnos devuelven a la capital la energía de un artista convertido en el mejor embajador de la provincia de Jaén. Miguel Rafael Martos Sánchez (Linares, 1943) regresa con su gira Raphaelísimo a una ciudad en la que su rastro permanece gracias a su inconfundible voz. Raphael se reencontrará mañana con sus paisanos, tras un breve paréntesis, con el deseo de compartir con su público, una vez más, la emoción de la música en directo. Acompañado por su banda, interpretará las grandes canciones de su carrera, temas que forman parte de la memoria de varias generaciones.

—Lo primero, siempre, es preguntar por la salud...

—Muy bien, gracias. He pasado un bache de salud que, por fortuna, ya he superado. He sido muy disciplinado con los médicos, con el descanso y con priorizar lo importante. Me siento fuerte y con muchísimas ganas.

—¿Qué significa para usted volver a lo auténtico, a sus orígenes, a la provincia de Jaén?

—Volver a lo auténtico es volver a Linares, a mi gente y a ese niño que soñaba con dedicar su vida al público desde un escenario. Es cantar desde la honestidad, sin disfraces, con la emoción siempre por delante.

—¿Qué respuesta espera del público de su tierra, mañana sábado, en el Olivo Arena?

—La de siempre: cariño a raudales... y mucha energía. En casa me exigen y me abrazan a la vez. Somos familia desde hace más de sesenta años.

—¿Qué puede esperar el público jiennense de Raphael?

—Un concierto grande, en diálogo constante con el público. Clásicos que todos conocen, temas nuevos de mi disco Ayer... aún y una banda magnífica.

—¿Saborea más y mejor los escenarios después del bache causado por un linfoma cerebral primario?

—Muchísimo. Cada minuto arriba es un regalo. Canto con más gratitud, con más conciencia. Valoro cada aplauso como si fuera el primero.

—Usted, además de artista, cuenta historias en los escenarios. ¿Está en vías de extinción esta forma tan artística de cantar?

—Mientras yo esté, no (sonríe.) La canción es un relato, y el intérprete debe vivirla y no solo cantarla, sino contarla. Eso nunca podrá pasar de moda.

—¿Cree que, hoy en día, deberían dar un carné de profesional como el que usted consiguió en 1961 para poder cantar?

—Los tiempos cambian, pero la exigencia debería ser la misma: respeto por el oficio, preparación y mucha seriedad. Con carné o sin él, hay que ser sobre todo profesional.

—¿Se considera usted un artista transversal?

—He cantado múltiples géneros; arropado por orquesta sinfónica, por banda de rock, al piano en acústico, en teatros y en estadios. La música es una sola y no entiende de etiquetas. Sí, lo soy.

—¿Le incomoda que le pregunten por su retirada artística de los escenarios?

—No. Yo siempre digo lo mismo: aquí seguiré mientras la voz aguante. Y le queda mucho que cantar... ¡mucho!

—¿Qué hace de especial para mantener su voz en forma?

—Mucha disciplina: dormir bien, hidratarme, calentar antes, respetar los silencios... Y llevar una vida ordenada y sana, de pocos excesos.

—¿Qué vendrá después de Raphaelísimo?

—Seguiré en la carretera y habrá nueva música. A mí me gusta sorprender, así que estén atentos... mi cabeza siempre está puesta en lo siguiente.

—¿Qué queda de aquel niño que cantaba en un coro?

—Todo: la curiosidad, el respeto y el cariño por el público, el escenario y el deseo de superarme. Ese niño me acompaña cada noche.

—¿Tiene alguna duda de que su legado artístico perdurará para siempre dentro y fuera de Linares, su ciudad?

—El legado no me pertenece: es del público. Si mis canciones les acompañan, ya es para siempre. Con eso me basta.

—¿Qué significa para usted tener un Museo en su honor?

—Un orgullo inmenso y una enorme responsabilidad. Es el abrazo de mi tierra a toda una vida de trabajo compartido.

—¿Se siente usted arropado por su tierra?

—Muchísimo. Linares y Jaén me han arropado siempre. Cuando vuelvo, siento que llego a casa.

—¿Sonará “El Tamborilero” en Linares esta Navidad?

—¡Cómo no! Si no lo canto yo, me lo cantan ustedes (ríe.) Es tradición... y me emociona cada año más.

—¿Qué le pide a la vida?

—Salud para seguir cantando y seguir encontrándonos. Y que nunca se me acabe la ilusión. Lo demás, lo ponemos entre todos.

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