“Los alumnos deberían poder elegir sus asignaturas”

Martín Ruiz

12 nov 2019 / 12:28 H.

Lleva años como docente y colaborador en Diario JAÉN, ahora presenta su tercera libro, “A más ciencia, más filosofía” en el que plasma sus reflexiones científico-filosóficas desde un punto de vista didáctico y con una clara influencia de su labor como profesor

—Es su tercer libro, ¿qué encontramos en este ensayo?

—La idea es básica, pero no por ello menos importante. A más desarrollo de la ciencia y la tecnología, en cualquier ámbito, más cuestiones humanas se suscitan: qué hacer con ello, cuáles son sus consecuencias, su financiación, si es capaz de resolver problemas sociales... Por tanto la filosofía emerge dentro del desarrollo de la ciencia. En este sentido, el libro encaja dentro de la tradición de la filosofía de la ciencia y, más que criticar los desarrollo científicos, propone ponernos a trabajar con ellos para que tengan una mayor utilidad social.

—¿Cómo está estructurado?

—Hay una parte inicial dedicada a la historia de la filosofía y de la ciencia que dan paso a los capítulos donde se abordan las cuestiones filosóficas que se destilan del trabajo científico. Por último hay una parte que nació de mis artículos en Diario JAÉN y los deberes que mandaba a mis alumnos, que debían encontrar cuestiones éticas en artículos publicados sobre avances científicos y tecnológicos.

—Dedica parte de la obra a sus alumnos del instituto.

—Termina con un párrafo dedicado a ellos, sí. El otro día lo leí en clase y recibí mi primer aplauso. “Gracias a mis alumnos se han ido configurando la mayoría de mis trabajos y este tercer libro. Sin las miles de horas con ellos en clase, mi vida habría sido inferior. Al enseñarles para qué sirve la filosofía, aprendí de ellos”. Es un reconocimiento a estos 24 años de experiencia docente donde he enseñado, pero también aprendido de ellos.

—Un libro para leer y aprender.

—Así es, el ensayo se origina en mis clase en el Instituto Los Cerros y tiene un claro enfoque educativo. Los problemas del científico no se reducen solo a sus técnicas de laboratorio, sino que son muy humanos. Necesitan ayuda de otras personas y ahí es donde entramos en juego los filósofos. Por ejemplo, hay un apartado que habla de los más de 3.500 científicos exiliados porque en España no tienen trabajo a pesar de ser brillantes.

—¿Falta apoyo a la divulgación?

—Por supuesto, por eso el libro pretende dignificar la educación. Debemos dar importancia al enfoque académico desde una perspectiva interdisciplinar. Se trata de valorar, en su justa medida, la aportación de las artes y de las ciencias y que no haya comunidades académicas despreciadas por la sociedad de la cultura fácil. Intento dignificar la labor de los docentes pero sin olvidar de valorar el esfuerzo de los alumnos.

—Habla de interdisciplina, pero la educación se empeña en encasillar a los alumnos.

—A día de hoy mantenemos, tanto en Secundaria como en el Bachillerato y en los Ciclos Formativos, muchos compartimentos estancos. He hablado con profesores de la rama sanitaria que apoyan que existiera una materia de bioética, que a día de hoy no se imparte y que demuestra la importancia de diferentes ramas en un profesional. Podríamos abrir mucho el abanico. Los alumnos deberían poder elegir asignaturas que están relacionadas con sus estudios. Las adminstraciones educativas tendrían que replantearse los planes docentes, contratar más profesores, reducir la ratio de alumnos, pues tener 35 por clase es demasiado. El libro al final, en muchos momentos, hace un planteamiento de renovación pedagógica interdisciplinar en la búsqueda de que los alumnos encuentren mayores opcionalidades, buscando interrelaciones en su itinerario.