La guitarrista Julia Trintschuk
en “Las Matinales del Festival”

Las Matinales del Festival son un grupo de siete conciertos que se ofertan en las mañanas de los fines de semana del Festival Internacional en esta edición, aunque hemos de recordar que las “matinées” en esta importante cita cultural ubetense no son algo nuevo, ya que han formado parte del cartel en años anteriores. No se debe pensar que por su carácter matutino van a ser “hijas menores” del Festival; sería un error, puesto que, como en la primera de ellas, estas convocatorias serán de excepcional interés, tal y como iremos viendo en esta trigésimo primera edición.
La mañana del domingo electoral se vio adornada con la presencia de la joven guitarrista alemana (Stuttgart, 1997) de complejo apellido, Julia Trintschuk. Ganadora absoluta de uno de los más prestigiosos concursos internacionales de guitarra, el “Andrés Segovia” de La Herradura (Almuñécar) en enero de este año, nos ofreció un “serio” programa de concierto en el Museo Arqueológico de Úbeda, en el que demostró su excepcional clase como instrumentista de élite.
Las obras —con alguna excepción—, fueron compuestas originalmente para la guitarra clásica por algunos de los más afamados creadores de la historia de este instrumento y se extendieron en el tiempo desde el período Barroco —con Domenico Scarlatti, del que interpretó la “Toccata”, K 141, obra pensada para el teclado y transcrita para guitarra por la propia intérprete— al periodo clásico, representado por de Fernando Sor, de quien escuchamos su “Grand solo”, op. 14, y por el italiano Mauro Giuliani y su obra “Rossiniana” núm. 2, op. 120, plagada de temas de óperas del autor de “Il barbiere di Siviglia”. El periodo Romántico figuró en el recital con los nombres de Miguel Llobet y sus “Variaciones sobre un tema de Sor”, op.15, y de Francisco Tárrega, de quien interpretó una brillante versión de su “Gran Jota”. El siglo XX fue representado por obras del italiano Mario Castelnuovo-Tedesco —el núm. 18 de los ’24 Caprichos de Goya”, op. 195—, del argentino Astor Piazzola y su célebre “Oblivion”, y, finalmente, de Joaquín Rodrigo, de quien escuchamos su “Toccata”, obra con la que se despidió la magnífica —y guapísima, que todo hay que decirlo— guitarrista de origen alemán.
Como puede verse, se trató de un concierto sin ningún tipo de alivio ni atajo, a base de algunas obras con gran dificultad técnica, y de otras que en algunos casos precisaron de una sensibilidad de primer orden para ser ejecutadas, como se pudo escuchar en la obra de Piazzola. Todo ello hizo posible que el público se llevara una muy grata impresión de esta gran y laureada artista.