“Julio fue un sacerdote que rompió con lo tradicional”

Alfonso alguacil

14 nov 2019 / 11:18 H.
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Elogia la figura de Julio Millán Medina y la labor que realizó en Santiago de la Espada en los dos años que estuvo como sacerdote, entre 1980 y 1982, antes de emprender el viaje a las misiones en América. Destaca la huella que dejó en la comarca en este tiempo por su carácter aperturista y solidario que transmitió a la gente joven y mayor.

—¿Qué huella dejó Julio Millán de su paso por Santiago de la Espada y sus aldeas?

—Fue su primer destino y llegó recién ordenado sacerdote. Fue un cura diferente y rompedor a los que habíamos tenido y destacó, nada más llegar, por su carácter abierto y alegre. Estuvo solo dos años con nosotros, pero en ese tiempo completó una excelente labor gracias a su preocupación y dedicación. Abarcó muchos más ámbitos que el simple sacerdocio y me quedo con su atención a los niños y a los mayores, en unos momentos importantes al estar al comienzo de la década de los años 80.

—¿Cómo fue su relación con el padre en los dos años?

—Fue una relación corta, pero intensa. Lo acompañé a varios viajes antes de que se fuera a las misiones y yo me incorporara al servicio militar. Estuve con él cuando Mensajeros de la Paz empezó y nos desplazamos a Granada. Fue un viaje que me dejó impresionado, porque estuvimos en un piso piloto y todas las personas transmitían su cariño a Julio Millán.

—¿Valore su labor en Mensajeros de la Paz y Edad Dorada?

—Ahí está trabajo en los países suramericanos en los que apoya numerosos proyectos solidarios. Era la persona ideal para tomar el relevo del Padre Ángel y lo demuestra con su trabajo constante y decidido. Mejor que él no había nadie para asumir este reto y ahí están los resultados que consigue con esfuerzo. Tampoco me olvido de Edad Dorada, un proyecto dedicado a la gente mayor y a los más necesitados. Al margen de decir misa y sus quehaceres habituales, Julio es una persona comprometida con la sociedad, tanto con los jóvenes como con las personas con más edad.

—¿Qué le parece el libro?

—Es precioso, con unos testimonios de una persona que está llena de vida y solidaridad. Me quedo con esas vivencias en Santiago de la Espada y en ese recorrido que protagonizó por las aldeas. Tuve la fortuna de acompañarlo en muchos de esos viajes.

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