Fedra, una mirada hacia el interior de la mujer

Amada Santos realiza una soberbia actuación en el estreno absoluto de la obra

04 nov 2016 / 10:13 H.

Un par de días antes, y Después de Fedra hubiera coincidido con el Día de Difuntos. Como anillo al dedo. Esta otra Fedra, que es continuación “post mortem” de la de Eurípides y el mito, pero con factura jiennense, podría desbancar a la mismísima Doña Inés y su Tenorio. La Fedra del tiempo de Maricastaña traída al de la castaña otoñal de hoy, porque, aunque el mito sea arcaico, Pedro Lendínez, autor del libreto, consigue con maestría, con un texto lleno de frescura, que asuntos de faldas como el amor, el engaño, la infidelidad, el desdén, el despecho, lleven a abordar aspectos como el sometimiento de la mujer y la desigualdad, ante una sociedad que ni se inmuta. La actriz Amada Santos, la Fedra “ghost”, su fantasma, realiza una soberbia interpretación sobre el escenario de la Sala B del Teatro Infanta Leonor de Jaén, cuyos matices de voz se hubieran percibido con mayor nitidez si la acústica no dejase que desear.

Después de Fedra, como el título indica, comienza justo cuando termina el mito. Su espíritu, fantasma, “encarnado” por Amada santos, deambula por el escenario y habla del sufrimiento, de su sentimiento de culpa y de que más que verdugo por su falso testimonio es víctima, con unas emociones que van y vienen.

Despues de Fedra es un viaje por los infiernos del alma, donde Fedra es juez y parte. Porque la realidad, ya se sabe, depende del punto de vista. También es magnífica la música, compuesta por Sitoh Ortega y Sole Candela. El vestuario es de Antonio Mañas; la iluminación y sonido de Augusto Sánchez, y la producción de Amada Santos y Paripé Teatro.

MITOlogía. La obra Después de Fedra está basada en la mitología griega, pues parte justo del momento de la muerte de la protagonista, que con una acusación falsa se lleva por delante a su amado Hipólito, el cual pasa de ella y de sus amor pasional. Por recordar someramente la historia, Fedra era una princesa de Creta, hija de Minos y de Pasífae, y hermana de Ariadna, la del hilo y el ovillo. Fue raptada por Teseo, tras abandonar este a Ariadna, para casarse con Fedra. De esta unión nacieron dos hijos, Acamante y Demofonte. Pero Fedra se enamoró del que era su hijastro, Hipólito, hijo de Teseo y la reina de las amazonas Antíope o Hipólita. Pero Hipólito rechazó sus insinuaciones y Fedra, despechada, lo acusó ante su padre de haber intentado violarla. Acto seguido, se suicidó para culminar la tragedia y dejó, más que una papeleta, un papelón, con un Hipólito que, sin comerlo ni beberlo, se había convertido en villano. Ante ese panorama y para rizar el rizo de la tragedia que se mascaba, Teseo, enojado, entregó a su hijo a la furia de Poseidón, quien envió un monstruo marino que espantó a los caballos de Hipólito, y este, puesto a los pies de los caballos, fue arrastrado y herido gravemente de muerte. Hasta aquí, el clásico.