Benjamín del Castillo cede los derechos a varias oenegés para ayudar en Gaza

“El forjador de sueños” hará posible la reconstrucción de una escuela y un horno de pan

17 nov 2025 / 13:49 H.
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LA ENTREVISTA

Ana Lechuga: Benjamín del Castillo se autodenomina como un creativo contador de historias. Su novela, “El forjador de sueños”, rinde homenaje a los maestros rurales, o “sembradores de educación”. La historia comienza con la construcción de la primera escuela de una aldea de la Sierra de Segura en el siglo XIX, y el autor ha decidido ceder los derechos a diferentes oenegés para ayudar a reconstruir una escuela y un horno de pan en Gaza, porque, como dijo Federico García Lorca: “Si tienes pan y educación, tienes alimento para el alma y el espíritu”.

—¿Cuál es la historia de “El forjador de sueños”?

—”El forjador de sueños” cuenta la labor de un maestro rural, Don Cecilio, que sin niños ni escuela aparece en una aldea a finales del Siglo XIX y del protagonista, Juan el aprendiz, que conocerá buena parte de los acontecimientos y conocimientos más destacados de nuestro mundo a través del propio Don Cecilio, de su abuelo Melchor y de otros personajes secundarios pero no por ello menos importantes, hasta alcanzar el conocimiento iniciático simbolizado por la alquimia.

—¿Qué mensaje pretende transmitir con esta novela?

—Yo siempre digo que es un libro que le regalaría Don Quijote a su escudero Sancho; porque en el mundo que vivimos de incertidumbre, de guerras y de egoísmo, hacen falta más quijotes, como el que le dijo a Sancho que se olvidara de su abultada barriga y ayudara a los hambrientos y olvidados. Cuando todos dejemos el egocentrismo y el materialismo y seamos capaces de darnos cuenta de que estamos rodeados de seres humanos que necesitan de nuestra empatía, haremos que esta sociedad avance y se recupere de tanta decadencia en la que vive.

—¿Cuándo lo estrenó y cómo ha sido su acogida?

—Lo publicó la Diputación de Jaén en el año 2016, y tuvo muy buena acogida, se vendió muy bien. Y poco después a la Editorial Ondina le gustó y lo editaron ellos también. Está gustando mucho a padres, madres hijos y abuelos, porque es un libro pensado para “hacer lectores”. Es un libro que atrapa, un libro sencillo, con una bonita historia que rinde homenaje a las cosas sencillas: al valor de la palabra, el valor de la amistad, del amor, del compañerismo... y todo eso a través de un maestro que llega a una aldea para cambiar vidas.

—Ha decidido ceder los derechos de esta novela. ¿Dónde irán los fondos recaudados?

—Si, lo he decidido precisamente por eso, porque todos tenemos ese poder de hacer algo que pueda ayudar a otro. En este momento tenemos una franja de Gaza destruida, sin escuelas, sin esos maestros que puedan ayudar a 600.000 niños a tener una educación que, junto con el pan, es lo mejor que se les puede dar.

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