El apartado, el remate, fin de la verea

08 dic 2020 / 12:56 H.
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Como sabéis estoy haciendo la verea de forma virtual desde mi casa. Los Carlillos ya han llegado felizmente a la dehesa y ahora les queda por delante un arduo trabajo, el primero: “El apartado de las ovejas”. Para terminar quiero compartir con vosotros la experiencia que viví en noviembre del 2016, mi primera verea, que sería la misma de esta mañana, si hubiera podido estar con ellos.

El apartado

La verea no finaliza cuando se llega, si no cuando se apartan las ovejas en diferentes hatos y se reparten por la dehesa. Al principio, había unas 1.300 ovejas que estaban en los Campos de Hernán Pelea, justo en el paraje de la Loma de la Paja y Las Lagunillas. La mayoría de estas ovejas estaban preñadas desde el mes de agosto. Desde este paraje se inició el primer tramo de la verea hasta las instalaciones de los Carlillos, en el paraje del Castillico en La Matea. Allí se reunieron con otro hato de unos 700 animales, en el que también había ovejas preñadas desde el mes de octubre.

En toda la verea, las ovejas iban formando un solo hato, además de un grupo de cabras, mansos, los perros, dos yeguas, los Carlillos, y el que subscribe.

El primer día después de la llegada, aún se encontraban las ovejas en la tiná en la que las dejamos. Allí se procede, siguiendo una tradición familiar heredada de su padre, a separar o apartar los animales en diferentes hatos o grupos. Las preñadas que parirán en enero, como conviene que estén cerca del cortijo, a una zona de pastos de la dehesa más próxima. Las que lo harán en marzo, un poco más alejadas en otra; otro hato más pequeño, compuesto por las que se le echarán los carneros sobre marzo, en otro lugar, y así se van haciendo los hatos durante toda la mañana y bien entrada la tarde, para que al final del día cada hato duerma en el lugar en el que permanecerán hasta el regreso a los pastos altos de los Campos, allá por el mes de mayo ¡Todo un arte!

El arte de contar

Cuando estaban todas las ovejas ya juntas en el Castillico, los tres hermanos las contaron. El sistema: Jose Carlos en la puerta del cobertizo cuidando que los animales entren de dos en dos, despacio pero sin pausa. Daniel, adentro, las contaba por pares, y cuando tenía cincuenta, encogía un dedo de la mano; al final dijeron: ¡47! y remataron. Yo que presenciaba todo el trequemaneje, me quedé a dos velas, pues no sabían qué querían decir. Domingo en una libretilla anotó los dedos encogidos, los multiplicó por 50 y le sumó la última y única cantidad que se dijo en todo el conteo, al final: 1947 ovejas. Todo ello a una velocidad de vértigo, las ovejas entrando sin parar, y los dedos encogiéndolos como en una sesión de magia ¡tecnología punta en la era digital!, pero que no falla.

Una vez en la dehesa, a medida que iba haciendo el apartado de los animales en los diferentes hatos, volvieron a contar a los animales con el mismo método, tal solo falto una oveja. Está, por desgracia, presencie su muerte en los cordeles de la Natao. A la pobre le dio un infarto y cayó fulminada desde un risco. Se le quitó el crotal y el collar, a fin de dejar constancia en el libro genealógico de su muerte, y quedo en el camino para pasto de los buitres leonados que hay en la sierra ¡ley de vida!

En resto de los animales llegaron todos bien, bueno una de las ovejas apareció con una oreja desgarrada por algún animal, pero tan fresca y la foto da testimonio de ello.

<i>Aún con la oreja desgarrada, llegó a la dehesa.</i>
Aún con la oreja desgarrada, llegó a la dehesa.

Para iniciar la operación de la separación de los hatos, hay que imaginarse que los corrales, los cobertizos y cualquier espacio disponible en la tiná, estaba ocupado por las ovejas. Con mil esfuerzos consiguieron: primero desalojar el primer corral de la entrada en donde colocaron un artilugio casero formado por una pasarela con una puerta abatible e hicieron pasar por allí de un corral a otro, una y otra vez, a las ovejas durante toda la mañana. Se traían un trajín que no llegué a entender como lo hicieron ¡algo espectacular! Al final sin darme cuenta como lo hicieron, pues todas las ovejas me parecían iguales, consiguieron hacer los diferentes hatos.

En toda esta operación, se nos han olvidado los perros; estos a sabiendas que la verea se había terminado, seguían cumpliendo con su misión. Rambo pendiente de sus ovejas, y el resto esperando órdenes, eso sí, ya mucho más relajados.

Una vez que se habían hecho los hatos, se fueron repartiendo por la dehesa.

El remate

En el campo, cuando se termina alguna faena importante, como es nuestro caso, se hace el remate. Nosotros para festejarlo y dar gracias que todo había salido muy bien, nos comimos, gracias a Domingo que las hizo, unas gachasmigas con sus avíos correspondientes.

<i>Una imagen vale más que mil palabras.</i>
Una imagen vale más que mil palabras.

Quiero terminar con esta carta a mis jefes los “Carlillos”, con toda mi gratitud:

Los que ya peinamos canas hemos oído con frecuencia decir a los mayores, que si no sirves para nada, te metas a pastor. La Real Academia de la Lengua, define al PASTOR: Persona que guarda, guía y apacienta el ganado, especialmente el de ovejas. Yo diría más: persona que tiene más licenciaturas que nadie: en veterinaria, economía, meteorología, medio ambiente, nutrición, en geología. Además practica: el senderismo y la botánica, sabe de logística y transporte; tiene especial intuición para diseñar estrategias en el terreno, que sorprendería a un estratega militar. Es ecologista, no de boquilla como muchos, si no de verdad, y practica la solidaridad, más de lo que se cree.

Lo ningunea la administración y mucho listo se aprovecha de él. Para los que creemos, Dios nuestro Padre hace referencia de él desde el principio de la creación ¡con bondad! Yo he visto con mis ojos como

Daniel, me dejó el hato de la ovejas ¡a mí un simple aprendiz!, y se fue a buscar de una manera desesperada una borrega, que por su cabezonería salió pitando por un olivar.

Dice un proverbio saharaui: “Entre la verdad y la mentira puede no haber más de cuatro dedos: la distancia que separa la oreja del ojo. Porque lo que te contaron puede no ser verdad, si te mentían. Pero lo que tú has visto con tus propios ojos, sabes que es cierto, y para ti es innegable ya. Por dónde vayas luego proclamarás esa verdad de la que eres testigo. Y ya no te dejará porque lo has visto”.

Quiero terminar diciendo que cuando veáis por esos campos de Dios a un pastor con un hato de ovejas, pensar que en esa persona hay unas cualidades, que ya muchos quisieran para sí.

Desde aquí mi agradecimiento a José Carlos, Daniel y Domingo García Rico, por sus enseñanzas, consejos, honestidad y buen hacer, y a todos los pastores de Santiago, que aunque no daban por mí ni un duro en la <verea>, sé que me deseaban buen camino.

Miguel Mesa Molinos.

Fotos, textos, maquetación: Miguel Mesa Moinos

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