Las primeras túnicas cofrades

La Vera Cruz fue pionera en establecer un modelo para desfilar por las calles

26 feb 2018 / 08:53 H.

La Vera Cruz fue la primera cofradía penitencial fundada en Jaén en 1541, en el Real convento casa grande de San Francisco, estableciendo así el primer modelo de túnica que desfila por las calles de Jaén: “...Se vestirán sendas túnicas de lienzo de angeo por curar, de una misma hechura, todas de manera que ninguna diferencia haya entre ellas. Y se las ciñan con unos hiscales de esparto, descalzos los pies...” Estas túnicas podían abrirse con facilidad en la espalda o pecho, para que los hermanos confortadores pudieran aplicar sus ungüentos y medicinas sobre las heridas. Nada se indica en cuanto al anonimato del rostro, pero pronto se establece en Jaén la costumbre de cubrirse el rostro con unos capillos de forma cónica que solo dejaban ver el suelo derivan en el capirote textil con dos oquedades para los ojos.

La popular Cofradía de las Cinco Llagas fundada en 1550, poseía túnicas de lienzo de lino con capiro llevando bordada la cruz con las cinco llagas. El color queda identificado por un pleito entre esta cofradía y de la Vera Cruz, donde el procurador Germán Pérez, en nombre del obispo de Jaén y su provisor, Gabriel de Guevara, expuso el 10 de marzo de 1552: “...en cuanto a sus insignias eran muy diferentes, pues mientras la Vera Cruz las tenían verdes y blancas, las de sus partes-Cinco Llagas- eran negras...”. En el testamento de Andrés de Vandelvira otorgado el 16 de abril de 1575 ante el escribano público Francisco Sedeño, en una de sus clausulas expone, “... Que me entierren con la túnica de que soy cofrade de la Vera Cruz... vengan a mi enterramiento mis hermanos los cofrades de la Vera Cruz y de la Señora de la Cabeza...”

En el inventario adjunto de sus bienes se encontraba: “...Una túnica de lienzo de lino con su capiro y una insignia bordada con la cruz y las cinco llagas...”. Estos datos testamentarios nos indican que el arquitecto que vivió en la Collación de San Ildefonso, perteneció al menos, como cofrade activo en tres de las cofradías más populares de la ciudad de Jaén en el siglo XVI. También es la primera documentación del uso mortuorio de las túnicas penitenciales, como mortaja a los cofrades que eran enterrados en las criptas y panteones situados bajo las capillas y altares que las cofradías poseían. Los hermanos de la Cofradía de la Transfixión y Soledad de la Madre de Dios, fundada en el convento extramuros de la Coronada en 1556, llegaban en la tarde del Viernes Santo con sus túnicas dobladas debajo del brazo y al estar ese día las celdas del cenobio cerradas, debían de revestirse en pleno campo, en el ejido de la Coronada, más o menos en la Carretera de Córdoba, en lo que hoy es el edificio de La Granja de la Diputación Provincial. Todas las túnicas eran iguales, de lienzo, con capiros que tapaban el rostro, cayendo su punta por la nuca. No se especifica el color pero es de suponer que serían de color blanco. Los cofrades iban desnudos de pierna y pies, llevando descubiertas las espaldas con una especie de alzapón que la propia túnica poseía, disciplinándose los unos a los otros. Los hermanos de edad avanzada o enfermos, aliviaban la disciplina alumbrando con cera o hachones de brea.

Tras abandonar los cofrades de la Soledad este convento por los enfrentamientos con los frailes y la fundación de la Cofradía del Santo Sepulcro y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo en 1580, el 1 de abril el notario apostólico Juan de Morales, nos relata en acta levantada a tal fin: “...Vide mucho número de cofrades, vestidos con sus túnicas blancas... todos los cofrades con muchos blandones e velas encendidas llegaron... algunos cofrades con lumbre y otros disciplinándose...”.

La primera vez que aparece la denominación de nazareno es en los cofrades de la Cofradía de Santa Elena o de las Cruces del convento de San José de Carmelitas Descalzos, situado en plena Puerta de Granada. Sus hermanos usaban en la madrugada del Viernes Santo, túnicas de lienzo teñidas de morado, cortas para mostrar el pie descalzo, ceñida a la cintura con soga de esparto y cordón de cáñamo al cuello. El rostro se cubría con capuz. Como penitencia pública cargaban una pesada cruz al hombro, estando prohibido hablar y usar guantes. Las ordenanzas de 1592 expresaban: “...sean obligados a tener túnica morada y capillo y una soga para el cuello que llegue hasta los pies, y otra con la que se ha de ceñir, y han de tener una cruz de madera de once de cuartas en largo y los brazos de dos varas...”.

Desde el convento de la Trinidad, los penitentes de los Esclavos del Santísimo Sacramento y Cena del Señor, lucían túnicas y capiros blancos, mostrando la “S” atravesada por un clavo símbolo de la esclavitud, bordada y dibujada en color rojo. Estos apuntes nos dan una idea de la indumentaria penitencial usada en la Semana Santa de los inicios, no habiendo llegado hasta nuestros días ningún resquicio de aquella época, debido a los cambios y gustos acaecidos a lo largo de la historia de nuestras hermandades y cofradías.