Jiennenses del Año 2022: Aldevarán, la solidaridad sin fronteras
La ONG fundada por la jiennense Carmen Peña recibirá un más que merecido reconocimiento como aplauso a su trabajo altruista en el África Negra
Hay un alma detrás de un colectivo que trabaja con una solidaridad que no entiende de fronteras, con sangre jiennense y con un corazón que busca construir y enseñar a construir un futuro en África Negra. Su nombre es Carmen Peña Aranda, oftalmóloga de profesión que dedica el tiempo libre que deja la jubilación a ayudar con sus manos a quienes más lo necesitan. Lo hace bajo el paraguas de Aldevarán, una alianza de voluntarios para la reconstrucción de Centroáfrica desde la educación, la formación agraria y la asistencia sanitaria. Se trata de un colectivo necesario y muy querido en el lugar en el que operan desde 2017. El próximo día 23 recibirá el Premio Jiennense del Año 2022 en el apartado de Valores Humanos. “Tanto nuestra fe como la de las familias a las que ayudamos está reflejada en nuestro logo, la constelación Tauro, que junto con el trabajo y esfuerzo de todos nuestros voluntarios somos capaces de crear desarrollo. Los diferentes colores reflejan las áreas que abarcamos a la hora de realizar proyectos”. Así reza en la página web que invita a un paseo por las iniciativas que ejecutan en un país sin litoral donde las guerrillas campan a sus anchas.
El primero tiene que ver con la educación, la base imprescindible para el avance de cualquier población, por lo que el objetivo de Aldevarán es ofrecer acceso a las escuelas desde la infancia.
Por otra parte, la formación agraria, encaminada a lograr una explotación agrícola que ayude a su desarrollo y progreso. El tercero, no menos importante, tiene que ver con la asistencia sanitaria, de tal forma que prestan asistencia y, además, forman a personal autóctono. Cuenta la fundadora y presidenta que el colectivo surgió después de unas jornadas de duro trabajo con el médico cirujano Ambroise Soungouza. “Comentamos la necesidad de trabajar en equipo, con esfuerzo y mucha sabiduría para contribuir al avance de la República Central Africana. Estaba el cielo lleno de estrellas y elegimos Aldebarán para empezar a darle forma a este colectivo”, apunta. El 4 de febrero de 2017 se constituyó la asociación, cincuenta por ciento jiennense y cincuenta por ciento centroafricana.

Alrededor de sesenta personas forman parte de forma activa de un grupo altruista y solidario que traspasa frontera. Están repartidos por Andalucía, el País Vasco y Cataluña, aunque la mayoría son jiennenses. Hay de todo, como en botica, desde sanitarios hasta arquitectos o abogados, toda profesión es buena para ayudar, desde el voluntariado, a que uno de los países más pobres del mundo pueda sacar cabeza y tirar hacia adelante. Hace hincapié Carmen Peña en los tres pilares en los que se sustentan y en torno a los que pivotan los proyectos. “En el proyecto sanitario hemos formado una promoción de auxiliares clínicos y otra de médicos especialistas en oftalmología básica”, explica la presidenta de Aldevarán. Lo mismo ocurre con la agricultura: “Hay campos con plantas medicinales y nutricionales. Nuestro objetivo es que sean autónomos y autosuficientes. Llevamos los proyectos desde aquí, los trabajamos allí y ellos los ponen en marcha”. En cuanto al sanitario, relata que la asociación consiguió poner en funcionamiento un hospital en Sudán del Sur. Se trata de una clínica que, con el apoyo del Comité de Oftalmología Alemana, prestan asistencia sanitaria que es más que necesaria. Hay muchos problemas de ceguera en el país. También consiguieron construir un pabellón pediátrico. Todo a través de donativos y acciones sociales que permiten recaudar fondos. Carmen Peña viaja dos o tres veces al año a Centroáfrica con dinero de su bolsillo, lo mismo que sus compañeros. Están implicados María Victoria Claramunt Palau, médico ginecóloga; Jaume Martell Gassó, ingeniero agrícola; Arantza Urreizti Licea, ATS nutricionista; Yolanda Ramos Gutiérrez, economista; Pelegrín Castro Castro, técnico mecánico, y Pepa Arroyo, de Educación Infantil. Todos ayudan a modelar un mundo mejor.

Arantxa Urreizti. Enfermera nutricionista: “África logró cambiar mi forma de vida”
Es enfermera de profesión en el País Vasco y empezó a tener contacto con la oftalmóloga Carmen Peña en la etapa en la que colaboraba con la Fundación Bangassou. Fue nada más crear Aldevarán y ponerse manos a la obra para participar en todo lo que estuviese en su mano. Hace doce años comenzó una aventura en África que le cambió la forma de afrontar la vida por completo y asegura que, desde entonces, se quedó “enganchada”. Siempre que puede, acude presencialmente a prestar asistencia y formación a un lugar al que no es fácil acceder y en el que es complicado permanecer por las continuas guerrillas que se libran en el terreno. “Cada una tiene su espacio, de tal forma que yo me centro básicamente en la agricultura, aunque también participo en el hospital. Llevo plantas medicinales y nutricionales. Creamos un huerto con voluntarios del país para que puedan seguir cultivando verduras y plantas medicinales como opción cuando se acaban los fármacos”, explica Arantxa Urreizti Licea. Su acción es, sobre todo, formativa, con ejemplos como la plantación de aloe vera para curar las heridas, o la artemisia para luchar contra la malaria. “Allí es muy difícil de conseguir todo esto, por lo que nos encargamos de trasladarlas, plantarlas y enseñarles a cultivarlas”, explica la enfermera. Incluso algún olivo tienen en África en señal de que es una jiennense la fundadora de esta acción solidaria. “Es el árbol sagrado y lo miman”, apunta. No sabe si este año podrá viajar hasta el lugar, pero lo intentará si las circunstancias políticas lo permiten. “Desde el primero momento que fui volví distinta, ya no soy igual, mi forma de vivir cambió radicalmente, tengo otras prioridades, pienso que hay que ahorrar para ayudar, animo a mis amistades a que lo haga...”, señala. Habla maravillas de Aldevarán, una asociación necesaria.

Guerras, hambre y pobreza
El marco geográfico de acción de Aldevarán se centra en el Este de África, concretamente en Sudán del Sur y República Centro Africana (RCA), que son las zonas más pobres del mundo con situaciones endémicas que hacen que sufran guerras, hambre y pobreza propagada en casi la totalidad de su población (Los Azande). Los continuos conflictos bélicos afectan gravemente a este territorio y, como resultado, padecen una falta de desarrollo de sus infraestructuras, sufren la destrucción del entorno y se ven obligados al desplazamiento. Los países que los acogen son tan pobres y sin medios como los de origen.
Actualmente la zona de trabajo de esta organización está centrada en OBO, en el Haute Mbomou, fronteriza con Sudán Sur, Uganda y República Democrática del Congo. La villa está situada a 1.700 kilómetros de la capital, Bangui, y de difícil acceso, sin rutas, sin caminos de tierra, sin avión comercial, sin ningún centro de formación. Es una región olvidada y abandonada a la que continuamente llegan refugiados y desplazados internos de países y zonas limítrofes. Son estas circunstancias las que crean un grave problema en la comunidad. Los jóvenes suponen un 60% de la población, no tienen empleo, por lo que son reclutados por los grupos armados. Según datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, en 2019, 2,9 millones de personas, más de la mitad de ellas niños, necesitarán asistencia humanitaria, lo que representa más del 63% de una población de 4,6 millones. República Centroafricana es uno de los peores lugares para ser niño. La población vive con menos de un dólar al día. La mayor parte de la población se alimenta de cultivos alimentarios, pesca y caza. La comida no puede satisfacer las necesidades alimentarias de la familia y un hogar está obligado a hacerlo una vez al día, por la noche. La ayuda de Aldevarán es fundamental en un día a día en el que sobrevivir es el principal objetivo.

Eduardo Duro Almazán. Arquitecto: “Ayudo en lo que puedo”
Conoció el proyecto de Aldevarán a través del boca a boca y se quedó totalmente prendado de su acción solidaria. Se puso manos a la obra y, desde entonces, es uno de los profesionales de referencia en los proyectos que impulsa el colectivo en África. Eduardo Duro Almazán, arquitecto, asegura que se trata de una iniciativa “muy ambiciosa”, en la que hay “mucho cariño e implicación”. Apunta: “Yo echo una mano en todo lo que puedo, por ejemplo hemos hecho varios encajes de proyectos que quieren crear en África, como el último, la construcción de un consultorio. Él se encargó de diseñar los planos y, hoy en día, es una realidad. “La asignatura pendiente que tengo es poder viajar hasta allí, porque en el terreno se conocen mejor las cosas, pero la pandemia lo impidió”, señala. Tiene a Carmen Peña en un pedestal: “Se mete en terrenos complejos políticamente, de guerras y demás, es muy valiente, y la verdad es que tiene que ser una experiencia interesante, que en mi caso se truncó por el coronavirus, pero que espero poder retomar”. Eduardo Duro hace hincapié en que la población africana se implica en los proyectos de Aldevarán desde el principio hasta el final, porque el empeño de esta asociación es crear para que ellos puedan dar continuidad a los proyectos. De ahí el aspecto tan importante de la formación. “La idea es que sean autónomos, eso es lo bueno de esta organización, ese es el mérito, una implicación personal que hace que las aportaciones tengan éxito”, admite. En cuanto al consultorio, explica que no se trata de una construcción como la que se conoce en Europa, con terminaciones más rudimentarias, pero consiguen terminarlas con los medios que tienen y hacer que funcionen. “Todo lo hacemos de forma altruista, es la manera que tenemos de colaborar”, concluye.

Florentino García González. Inspector Médico: “Tiene mucho mérito lo que hacen”
Carmen Peña, la fundadora de Aldevarán, empezó a tomar contacto con el país más pobre de África gracias a otra oftalmóloga jiennense, Ascensión Pérez, de la Fundación Bangassou. Después empezó a dar forma al colectivo que preside en la actualidad y, desde entonces, Florentino García González, inspector médico de profesión, conoce el proyecto que se trae entre manos su amiga.
“Me parece que lo que hace mi amiga es una cosa casi única, porque es una organización unipersonal, de tal forma que todo ronda en torno a Carmen Peña”, señala. Explica que todos los proyectos llevados a cabo se han hecho a base de voluntariado “puro y duro”, sobre todo al principio, porque la ayuda pública brillaba por su ausencia y eran las amistades las que arrimaban el hombro. Asegura que la oftalmóloga “tiene mucho mérito”, porque desarrollar su jubilación en Centroáfrica no es tarea fácil. “La verdad es que hemos echado una mano en lo que hemos podido. En mi caso me he encargado de organizar rutas moteras, comidas y acciones solidarias para recaudar fondos. Lo más importante es que se ha hecho todo a base de amigos”, subraya Florentino García. El inspector sanitario incide en el aspecto de la formación, desde médicos hasta enfermeros y agricultores: “Hasta trajo a un cirujano para que aprendiera en España. Es que Carmen se mueve muchísimo en mantenimiento de huertos, reconstrucción de edificios, la fundación de pabellón pediátrico y aquí recolectamos material sanitario, todo puramente altruista y a base de amigos”. Añade: “Es una organización con poco poderío, porque es unipersonal. El alma de Aldevarán es Carmen Peña”. Anima a los jiennenses a que se sumen a la acción solidaria. Hay una página web que, fácilmente, invita a los potenciales socios a entrar a participar en una organización clave para la plantación de semillas que empiezan a dar sus frutos en un lugar del mundo que necesita ayuda.