“Jaén, dichosa ciudad, pues es depósito de tan preciosa reliquia”
Para paliar sus necesidades, Trapaza entra a servir a un médico jiennense, casado, como dicen, con una “niña de los quince veintes”, señalando que multiplicaba sus quince años por veinte. Era dada la vieja al uso abundante de afeites con que poder lucir sus encantos en la gran esta de la Sacratísima Verónica, tan célebre en Jaén: dichosa ciudad, pues es depósito de tan preciosa reliquia.
Quiso, pues, nuestra anciana ponerse muy bizarra aquel día, sin mirar a la edad que tenía, culpa en que delinquen muchas mujeres viejas que no se conocen que lo son, y así se atreven a traer lo que las niñas, para dar motivo de risa al pueblo, que lo es el mayor ver a un viejo loco.
(Fragmento de “Aventuras del bachiller Trapaza” por Alonso de Castillo Solórzano)