Tiempo para ponerse manos a la obra

16 abr 2020 / 12:16 H.

Cómo han cambiado los telediarios, que poco se parecen a los que se emitían hace un mes y medio. Como es lógico, la mayor parte del tiempo lo emplean en noticias relacionadas con la pandemia de covid-19 y las consecuencias que está suponiendo estar confinados en nuestros domicilios.

Pero a veces dan datos que se refieren a los hábitos y rutinas que estamos adquiriendo y el comportamiento en la cesta de la compra, por distraernos de la cruda realidad. Me vienen a la memoria la locura que se desató con lo del papel higiénico, otra cosa no, pero curiosos somos. Un dato que revelaron es que se ha disparado el consumo de harina. El locutor daba por sentado que los españoles nos habíamos abonado a la repostería, esa tan suculenta y amplia que atesora el recetario jiennense. Pero mi opinión es que hay hogares donde se es muy entusiasta de elaborar su propio pan, podría ser eso también, vete tú a saber. Confieso que más de una vez me he puesto manos a la obra y me he remangado, en esos periodos en los que, por ser más tranquilos en la demanda de trabajo, me he puesto, por “churretero”, en la delicada tarea de hacer mi propio pan. Hay infinidad de recetas, en los blogs, vídeos en youtube, otras con thermomix o páginas web de los gurús de la panadería, algunas de pago. He de reconocer que de panadero me habría comido los codos de hambre, y es que reconozco que hacer pan es un arte y de los grandes. Un buen pan no es el complemento, sino un factor esencial para completar una buen menú.

Yo le doy la importancia que se merece, igual que un buen postre, o un buen café. Un postre no basta con que sea un trozo de cualquier cosa, con mucha azúcar y crema de esas prefabricada con sabor a rayos encendidos. He visto cómo en algunos sitios dan de lado los postres, sin darle la menor importancia, como dar por sentado que con haber comido un buen entrante y plato principal, es suficiente. Con el café sucede algo semejante, beberse un brebaje de dudosa procedencia parece más bien el utilizado para hacer confesar a algún convicto. De estos dos asuntos tendríamos para escribir un buen tocho.

Volviendo al pan, y como ya he confesado, no soy muy digno entre harinas y levaduras, así que prefiero comprarlo a mi panadero de casi toda la vida, un pan de leña que, sin lugar a dudas, es una verdadera delicia, con ese sabor tan a pan de toda la vida, de ese que ya, nada más oler su aroma te tienta. Miga blanca y firme, de corteza crujiente en su justa medida de cocción. Te pones a mojar sopas en una ensaladilla de tomate falso, con una buena cantidad de aceite de oliva virgen extra, su cebolleta, huevo duro desmenuzado y aceitunas negras troceadas.

Pues si la harina que se está consumiendo es con motivo de un incremento de la repostería casera en vez del pan, espero que tengan el conocimiento y la honradez de que las fórmulas que utilicen sean con aceite de oliva virgen extra de la tierra jiennense. Existen un extenso y agradecido recetario de dulces con nuestro oro líquido, que los hacen, no solo más saludables, sino que
la estructura cambia por completo. Sin ir más lejos, los roscos que ha hecho hoy mi madre han sido devorados in fraganti, casi no le daba tiempo a rebozarlos en azúcar.