Por una cuantía acorde al trabajo del agricultor

09 may 2019 / 09:03 H.

El esfuerzo de muchas personas, en el caso de la provincia familias al completo que trabajan un cultivo milenario, no se ve recompensado en ocasiones debido a la falta de estabilidad de los precios que sufre el sector. Si se observa la evolución del importe que recibe el agricultor por el aceite de oliva desde 1996, la curva que aparece es similar a los dientes de una sierra. Desde los 3,058 euros a los que se vendió el kilo de aceite de oliva en 1996 se ha pasado a los 1,701, el que supone el menor precio de estos 24 años, registrado el pasado 2001, o los 3,712 de 2017, que fueron los mejores. En la actualidad, en lo que llevamos de año la media se sitúa en los 2,426.

Según los datos de Poolred analizados por Asaja Jaén, en este periodo de 24 años —si se cuenta el actual en curso— tan solo durante 6 años el precio ha estado por encima de los 3 euros, lo que supone el 25% del periodo analizado; 1 año entre los 2,5 y los 3, tan solo el 4%, y 17 años por debajo de los 2,5, esto es la mayoría del tramo, en total un 70%.

Pero, ¿en qué cuantía se podría situar el precio para que le salieran las cifras la agricultor?. La conclusión de la organización agraria es que es fundamental producir por debajo de los 2,5 euros. Un dato que contrasta con el informe Aemo (Asociación Española de Municipios del Olivo) en el que se afirma que la media ponderada que cuesta producir el aceite español es de 2,73 euros. Si se tiene en cuenta este informe y los datos de Poolred, en los últimos 24 años solo habrían sido rentables 7 campañas, aunque hay que tener en cuenta que los costes de producción no eran los mismos en 1996 que en los últimos años.

Por otro lado, no hay que olvidar el informe del Consejo Económico y Social (CES), en el que se afirma que en la provincia de Jaén, el 50% de las explotaciones no son rentables a pesar de la subvención, y que el 99,5% no podrían subsistir si no fuese por la ayuda que reciben por parte de las administraciones públicas. Ante esta coyuntura, ¿cuáles serían las posibles soluciones?. En este sentido, el gerente y portavoz de Asaja Jaén, Luis Carlos Valero, apunta a la necesidad de modernización y reconversión si es necesario, y hacer uso de la nueva tecnología con el principal objetivo de abaratar los costes de producción del aceite de oliva con el principal objetivo de resistir en situaciones de precios como la actual, que como dejan de manifiesto los datos es la habitual —e incluso en ocasiones peor— en los últimos 24 años. Recuerda que actualmente el 40% del aceite mundial se produce en olivares intensivos y superintensivos, que ocupan ya el 30% de superficie mundial, y tan solo hay que viajar a Sevilla, Córdoba, Castilla la Mancha o Portugal para ver cómo crecen estas nuevas plantaciones, que son ya las habituales entre los nuevos cultivos de todo el planeta.

Por su parte, desde la Unión de Pequeños Agricultores su secretario general, Cristóbal Cano, recrimina que tras muchos años de esfuerzo en el sector, con una producción de forma más sostenible, un uso cada vez más racional de los recursos, la renovación integral acometida en las almazaras y cooperativas de la provincia y la firme apuesta por la calidad, con el adelantamiento de las campañas o la separación de la aceituna que procede del suelo y la del árbol, algo esté fallando en el sector de la comercialización. Además, entiende que esa retribución justa que los agricultores reclaman es buena para toda la cadena, ya que cuando los precios en origen han estado en los tres euros o más se ha consumido. En el caso del secretario provincial de Coag, Juan Luis Ávila, puntualizó que no hay problema de superproducción ni excedente a nivel mundial, pero sí cosechas muy grandes y otras más bajas que precisan de enlace, y para ello apuntó a la necesidad de buscar mecanismos que permitan enlazar campañas y que no haya oscilaciones de precios tan grandes. Una cuestión que, apuntó, ahora que está tan de moda la “España vaciada”, supondría la fijación de la población al territorio en una provincia que, año tras año, pierde habitantes.

Un reto fundamental, así, para los jiennenses que tienen la base de su economía familiar en los más de 66 millones de olivos de la provincia.