Mucho ajetreo en el rincón más tranquilo de la capital

La coincidencia con el mercadillo genera atascos en la Carretera de Granada y la Circunvalación Sur

02 nov 2018 / 11:01 H.

Es como el símbolo de lo que pasa en la ciudad, ni el cementerio está bien conservado”, reflexionaba un visitante al camposanto más antiguo de la capital, el de San Eufrasio, que, a las puertas de cumplir doscientos años, y protegido como Bien de Interés Cultural, por sus valores arquitectónicos, y como Lugar de Memoria Histórica, por ser lugar de represión franquista, se asemeja más al escenario de una película bélica que a un digno lugar de reposo eterno. Una de las jiennenses que piensa así, y no es la única, es Susana Muñoz Rico que no concibe cómo puede estar tan abandono un recinto que está al cuidado del Ayuntamiento. “Si no pueden mantenerlo, que lo privaticen, a mi no me importa tener que pagar, pero que lo tengan en condiciones, pero esto no puede ser”, asegura y señala una carretilla, llena de jaramagos y basura que, como sostiene, cargó después de más de una hora de trabajo para dejar en condiciones la tumba familiar. A la pregunta de si no prefiere que los restos de sus seres queridos se trasladen al Cementerio de San Fernando, el nuevo, la respuesta es fulminante: “Aquí en la lápida pone propiedad, mi bisabuelo la compró para su descanso eterno y no los vamos a mover”. Esta ciudadana, que recuerda que abona los impuestos municipales como todo hija de vecino, considera indignante lo que ocurre, una especie de ni come ni deja comer. “No podemos entrar al cementerio muchas veces, porque no hay personal y está en muy mal estado, por lo que los que tenemos a gente enterrada tampoco podemos adecentar las tumbas, lo que hace que el deterioro sea cada vez peor”, argumenta y recuerda que esta decrepitud se nota, sobre todo, desde el último lustro.

Junto a ella, una señora mayor está sentada en un lápida, como si hablara con el difunto al que ha ido a visitar. Está en la “zona noble” del camposanto viejo, la más bella, en la que recibieron sepultura personajes ilustres de la historia local, entre otros, Almendros Aguilar, Fermín Palma y Bernardo López. “Es una lástima que no se conserve bien, podía ser hasta un lugar hasta turístico si se cuidara, pero nada”, critica un joven que lo acaba de descubrir y que constata, apenado, que el de Cementerio de San Eufrasio, por “caerse a pedazos” está a años luz de ser un lugar de interés para visitantes como el de Père-Lachaise, en París, o, sin ir tan lejos, el Cementerio Inglés de Linares, catalogado y bien conservado, tal y como recuerda.

Pero, mientras no termine de convertirse en ruina, algo que no está lejos, como denuncia la asociación Hispania Nostra para la conservación del patrimonio español, el camposanto antiguo seguirá como lugar de peregrinación cada Día de los Santos. A las tumbas, recién lustradas cuando es posible acceder a ellas por no haber peligro de derrumbe, no les faltan flores y, aunque sea un contrasentido, en un lugar en el que yacen los que se fueron para no volver, en jornadas como la de ayer, el recinto se llena de vida. Lo mismo le ocurre al otro cementerio, el de San Fernando, por cierto, con la parte derecha del portal de entrada apuntalada. A sus puertas, los puestos de flores habían agotado las rosas rojas a media mañana, están de moda este año. Los claveles, todo un clásico, se venden a seis euros la media docena y, en el interior de las instalaciones, una legión de hombres con escaleras y productos de limpieza se ofrece para ayudar a las familias que tienen la lápida en lo más alto de los columbarios y acuden para sacar brillo al mármol. Con el auxilio se sacan unos euros que bien muy bien a sus casas.

trasiego. Los accesos al camposanto nuevo son complicados, la coincidencia con el mercadillo, en el recinto ferial, forma atascos en la rotonda en la que confluyen la Carretera de Granada y la Ronda Sur. Los coches están aparcados por todas partes, incluso, junto al parque de fútbol y los policías locales no dan abasto. Curiosamente, es más sencillo estacionar a las puertas del cementerio, donde para el autobús urbano. “La tarjeta no funciona hoy”, dice el conductor que cobra 1 euro y 15 céntimos por el trayecto. Una señora espeta: “Son unos granujas, el viaje vale más caro hoy con el mismo recorrido”. La que le acompañada entra en una cuestión de rabiosa actualidad y argumenta: “Si funcionara el tranvía, le quitaría mucho a la empresa, por eso han ido al juzgado, otra vez, para denunciarlo, vaya a ser que eche a andar”. Con ellas va a una pareja que se baja en Virgen de la Capilla y decide ir a echarse una cerveza. El muerto al hoyo y el vivo al bollo que dice el amplio y sabio refranero español.

Más información sobre el Día de Todos los Santos, en la página 20.