Miguel Blesa recibe un íntimo adiós en Linares

El Cementerio Parque Virgen de Linarejos acogió la despedida del exbanquero, en la que estuvieron su familia y contados amigos en un acto que duró media hora

22 jul 2017 / 11:04 H.

La muerte iguala a todos. Al rico y al pobre, al humilde y al poderoso. Miguel Blesa ya reposa con sus padres en su Linares natal después de un sepelio que, como todos, mostró una familia destrozada y sobrecogida por el aluvión de hechos vividos en menos de dos días. Mientras que un enjambre de periodistas montaba guardia en las puertas del Cementerio Virgen de Linarejos, por la mañana, y en la Plaza de San Francisco, por la tarde, y retransmitía —casi al minuto los hechos para todo el país—, el funeral de uno de los hombres más poderosos de la España de inicios del siglo XXI fue de lo más sencillo. Poco después de que amaneciera, uno de sus hermanos se presentó en el cementerio de Linares. Entregó la documentación del panteón de sus padres para que, a las once y media, los enterradores lo abrieran para depositar las cenizas de Miguel Blesa. Era el inicio del descanso eterno del expresidente de Caja Madrid. A las once menos diez, llegó el primer coche. Era un Renault Clio con algunos de sus sobrinos que sirvió de avanzadilla ante la nube de periodistas que se agolpaba, desde las ocho de la mañana, en las puertas del camposanto. Entraron, cogieron sus teléfonos móviles y realizaron una descripción de la situación. Diez minutos más tarde, alrededor de las once, llegaron sus hermanos. Era el momento de abrir el panteón familiar. Después accedieron siete coches más y nadie más. El ritual de depositar las cenizas comenzó a las once y veinticinco. Poco antes, llegó su mujer, Gema Gámez, en el asiento trasero de una monovolumen Volskwagen.

Frente al panteón hubo muy poca gente. Cuarenta personas, como mucho. Rezaron un Padrenuestro a pleno sol con un calor agobiante entre alguna otra oración. A las doce menos diez, todo había acabado. Se cerró el panteón familiar y encima se colocó un “mar” de flores llegadas en forma de corona desde diversos lugares de España. Lo recordaban sus compañeros de Colmenar, su familia, los seglares del Carmelo y muchas otras familias de amigos y allegados. A mediodía, todo había terminado. Al panteón en el que se lee que allí descansan Miguel Blesa Moreno y María Dolores de la Parra Sánchez —sus padres— le falta un nombre. Es el del exbanquero Miguel Blesa de la Parra. Muy pronto aparecerá grabado en la piedra de mármol.

funeral. A las seis y media de la tarde, la Plaza de San Francisco de Linares —en pleno centro— era un hervidero de periodistas y curiosos. Quedaba una hora para que comenzara el sepelio, pero ya era difícil encontrar un sitio frente al templo. Se especulaba si vendrían los Aznar —Ana Botella estuvo en Linares en 2000 para acompañar a Miguel Blesa al entonces presidente de Caja Madrid en el entierro de su madre cuando era la mujer del presidente del Gobierno—. Muchos esperaban ver a personalidades de la política o de las finanzas. A las siete y media comenzó el funeral. Los hermanos de Miguel Blesa entraron por la puerta de la sacristía —está en la calle Viriato— para evitar el paseíllo delante de las cámaras. Su mujer, Gema Gámez, hizo lo mismo acompañada por el oculista José Luis Flores. No hubo caras conocidas ni populares. Eso sí, el templo de San Francisco estaba abarrotado de gente. Se vio al exalcalde de Linares y subdelelegado del Gobierno, Juan Lillo —amigo personal de la familia—, al parlamentario José Antonio Miranda y a la presidenta del PP de Linares, Ángeles Isac. También cuentan que asistió su exmujer, María José Portela. Entró por la puerta principal del templo, lo que motivó un auténtico revuelo de “paparazzis” que se afanaban por tomarle una imagen en el funeral para despedir a su exmarido. El párroco de San Francisco de Asís, José Rodríguez, fue el encargado de pronunciar la palabra de Dios que servía para pedir por el descanso eterno de Miguel Blesa. Dio la bienvenida a las personas que acudían movidas por la fe y también a las que llegaban para, simplemente, acompañar a la familia. “Me han llamado muchos periodistas durante estos días. Tengo que darles las gracias porque se han portado muy bien. Me han pedido que hable de Miguel Blesa y yo siempre les he dicho que solo lo podía hacer en calidad de párroco. Un hombre que nació y vivió en la fe cristiana”, afirmó para comenzar la homilía. Todos los bancos estaban ocupados y había mucha gente en pie en los pasillos. Su familia y allegados estaban junto al altar mayor. En cambio, se veía a muchos linarenses. Decían que, en estos años, venía mucho más a su tierra, en la que ahora descansa para siempre.

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Agentes de la Unidad de Intervención de la Policía Nacional, policías locales y miembros de paisano de la Brigada de Información de la Comisaría de Linares trabajaron para velar por la seguridad en el cementerio y en el templo y, a la par, garantizar la intimidad que pidió la familia en ambos lugares. En el Cementerio Parque Virgen de Linarejos se colocó una valla para que los periodistas no pudieran acceder al camposanto durante los 40 minutos de la liturgia que conllevaba depositar las cenizas. Por la tarde, la Policía Nacional trabajó en la zona por si se producía algún tipo de incidente. Mientras, policías locales cortaron el tráfico en la Plaza de San Francisco, una parte de la calle Viriato, otra de Sagunto y un trozo de Isaac Peral para que no circularan los vehículos en una zona con mucha aglomeración de personas.