“Lo que quieren es que el barrio se caiga a pedazos y nos vayamos”

Mientras se agarra a la baranda que le ayuda a subir y bajar la empinada y escalonada calle Alegría, Francisca Cantero Serrano, apunta: “Esta es la última obra que hicieron aquí. Fue hace unos cinco años, cuando José Enrique Fernández de Moya era alcalde. Cada vez que lo veía lo paraba y ya me dijo: ‘por cansina te voy a hacer caso’. Al final cumplió”. El presidente de la asociación de este barrio de San Juan, bautizada como Torre del Concejo, es Francisco Jesús Castro Liébanas. Aunque podía ser casi nieto de Francisca, su experiencia le hace compartir su análisis sobre el modo en el que el Ayuntamiento atiende las necesidades de esta parte de la ciudad. “El mantenimiento se hace solo a demanda y, en ocasiones, hasta con mala leche”, reflexiona. Hace un mes y un día, el representante ciudadano tomó la palabra en el pleno de la Corporación Municipal para ser “pesado” y decirle al Gobierno local y el resto de los concejales, otra vez, que San Juan, La Magdalena y las faldas del castillo necesitan más inversión pública, un dinero que no llega. La queja se concretó con la petición expresa y aprobada por unanimidad, de una obra integral en la calle Alegría. La calle se hunde, como sostiene otra vecina, Lucía Núñez, con el beneplácito del resto. Para demostrarlo, solo hay que meter los dedos en algunas partes donde el firme está rebajado, caben un par.

“Lo que quieren es que el barrio se caiga a pedazos y nos vayamos, que vengan otros con más dinero”, argumenta Manoli Castillo Cruz, que, aunque sin citarlo expresamente, alude a un concepto que comienza a rondar en esta parte de la capital, la gentrificación. El vocablo, adaptación de uno inglés, alude al proceso por el que la población original de un barrio céntrico y popular es progresivamente desplazada por otra de más poder adquisitivo. “No interesa rehabilitar viviendas, es más sencillo esperar a que todo esté destrozado, meter las máquinas y levantar nuevos edificios”, opina el presidente de la asociación que apunta: “No es que toda la ciudad esté perfecta menos esto, pero es hasta raro que se nos haga tan poco caso”. El ejemplo de esta supuesta dejadez planificada es la cercana Plaza de Santiago, donde hay casi más inmuebles ruinosos que en buen estado. “Aquí algunas casas son de tierra, aunque hay otras totalmente nuevas. Pero unas y otras, por muy bien que estén, si la calle en la que están construidas se hunde, terminarán por caerse”, aclara otra vecina. Antonio Sánchez Lara, que vive en el número 5, habla de, al menos, una década de abandono. “Comenzaron a surgir solares y empezó el problema”, critica. Para dejarlo claro, coge una escalera de su casa para poder subir por encima de la tapia de uno de estas fincas, propiedad del Ayuntamiento, y, de esta forma, ver claramente que es un auténtico vertedero. Este jiennense señala al solar de la calle Elvín, un terreno en el que distintos equipos de Gobierno han proyectado, sin ejecutar, desde un planetario a un museo. Fuentes municipales no aclararon ayer cuando está previsto intervenir en la calle, pero, el alcalde, Javier Márquez, sí anunció, tras la concesión de 15 millones europeos a la ciudad, que parte de estos fondos se invertirán en esta parte de la ciudad.

“Un mes después, arreglar la calle es igual de urgente y necesario. De nuevo el Ayuntamiento incumple los acuerdos plenario para atender las demandas de los vecinos, mientras todo se agiliza para atender los negocios de empresas que se llevan el dinero de Jaén. Todo son excusas para que la gente pueda tener una vida digna”, lamenta Manuel Montejo, de Jaén en Común, la fuerza que llevó al pleno la moción sobre la calle Alegría.